Lucas 7-12
Lucas 7 | |||
1 | Y cuando acabó todas sus palabras en oídos del pueblo, entró en Capernaúm. | ||
2 | Y el siervo de un centurión, al cual éste tenía en estima, estaba enfermo y a punto de morir. | ||
3 | Y cuando oyó de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo. | ||
4 | Y viniendo ellos a Jesús, en seguida le rogaron, diciéndole: Es digno de que le concedas esto; | ||
5 | porque ama nuestra nación, y él nos edificó una sinagoga. | ||
6 | Entonces Jesús fue con ellos. Y cuando ya no estaban lejos de su casa, el centurión le envió unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; | ||
7 | por lo que ni siquiera me tuve por digno de venir a ti; mas di la palabra, y mi siervo será sano. | ||
8 | Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mi cargo; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. | ||
9 | Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe. | ||
10 | Y volviendo a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo. | ||
11 | Y aconteció el siguiente día, que Él iba a la ciudad que se llama Naín, e iban con Él muchos de sus discípulos, y una gran multitud. | ||
12 | Y cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual también era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad. | ||
13 | Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores. | ||
14 | Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban, se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti digo, levántate. | ||
15 | Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre. | ||
16 | Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo. | ||
17 | Y esta fama de Él salió por toda Judea, y por toda la región de alrededor. | ||
18 | Y los discípulos de Juan le dieron las nuevas de todas estas cosas. | ||
19 | Y llamó Juan a dos de sus discípulos, y los envió a Jesús, preguntando: ¿Eres tú Aquél que había de venir, o esperaremos a otro? | ||
20 | Y cuando los hombres vinieron a Él, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a ti, para preguntarte: ¿Eres tú Aquél que había de venir, o esperaremos a otro? | ||
21 | Y en la misma hora sanó a muchos de enfermedades y plagas, y de malos espíritus; y a muchos ciegos dio la vista. | ||
22 | Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, decid a Juan lo que habéis visto y oído; que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres es predicado el evangelio; | ||
23 | y bienaventurado es aquel que no fuere escandalizado en mí. | ||
24 | Y cuando se fueron los mensajeros de Juan, comenzó a decir de Juan a las gentes: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña que es agitada por el viento? | ||
25 | Mas ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que visten ropaje precioso, y viven en delicias, en los palacios de los reyes están. | ||
26 | Mas ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y aun más que profeta. | ||
27 | Éste es de quien está escrito: He aquí, envío mi mensajero delante de tu faz, el cual aparejará tu camino delante de ti. | ||
28 | Porque os digo que entre los nacidos de mujer, no hay mayor profeta que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de Dios, mayor es que él. | ||
29 | Y al oírle todo el pueblo, y los publicanos, justificaron a Dios, bautizándose con el bautismo de Juan. | ||
30 | Mas los fariseos y los doctores de la ley, desecharon el consejo de Dios contra sí mismos, no siendo bautizados por él. | ||
31 | Y dijo el Señor: ¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación, y a qué son semejantes? | ||
32 | Semejantes son a los muchachos sentados en la plaza, que dan voces unos a otros, y dicen: Os tañimos con flautas, y no bailasteis; os endechamos, y no llorasteis. | ||
33 | Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan, ni bebía vino, y decís: Demonio tiene. | ||
34 | Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: He aquí un hombre glotón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. | ||
35 | Mas la sabiduría es justificada de todos sus hijos. | ||
36 | Y le rogó uno de los fariseos, que comiese con él. Y entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. | ||
37 | Y he aquí una mujer de la ciudad que era pecadora, cuando supo que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con ungüento, | ||
38 | y estando detrás a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con los cabellos de su cabeza; y besaba sus pies, y los ungía con el ungüento. | ||
39 | Y cuando vio esto el fariseo que le había convidado, habló entre sí, diciendo: Éste, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. | ||
40 | Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él dijo: Di, Maestro. | ||
41 | Un acreedor tenía dos deudores; el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; | ||
42 | y no teniendo éstos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más? | ||
43 | Y respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquél al cual perdonó más. Y Él le dijo: Rectamente has juzgado. | ||
44 | Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, no me diste agua para mis pies; mas ésta ha lavado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con los cabellos de su cabeza. | ||
45 | No me diste beso, mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. | ||
46 | No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta, ha ungido con ungüento mis pies. | ||
47 | Por lo cual te digo: Sus muchos pecados son perdonados, porque amó mucho; mas a quien se le perdona poco, poco ama. | ||
48 | Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados. | ||
49 | Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es Éste, que también perdona pecados? | ||
50 | Más Él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, ve en paz. |
Lucas 8 | |||
1 | Y aconteció después, que caminaba Él por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con Él, | ||
2 | y algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la cual habían salido siete demonios, | ||
3 | y Juana, esposa de Chuza, mayordomo de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes. | ||
4 | Y cuando se juntó una gran multitud, y vinieron a Él de cada ciudad, les dijo por parábola: | ||
5 | El sembrador salió a sembrar su semilla; y sembrando, una parte cayó junto al camino, y fue hollada; y las aves del cielo la comieron. | ||
6 | Y otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad. | ||
7 | Y otra parte cayó entre espinos; y creciendo los espinos juntamente, la ahogaron. | ||
8 | Y otra parte cayó en buena tierra, y nació, y llevó fruto a ciento por uno. Y hablando estas cosas, dijo a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga. | ||
9 | Y sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Qué significa esta parábola? | ||
10 | Y Él dijo: A vosotros es dado conocer los misterios del reino de Dios; mas a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan. | ||
11 | Ésta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios. | ||
12 | Y los de junto al camino, éstos son los que oyen; y luego viene el diablo y quita la palabra de su corazón, para que no crean y sean salvos. | ||
13 | Y los de sobre la piedra, son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; mas éstos no tienen raíces; que por un tiempo creen, mas en el tiempo de la prueba se apartan. | ||
14 | Y la que cayó entre espinos; éstos son los que oyen; mas yéndose, son ahogados de los afanes y las riquezas y los placeres de esta vida, y no llevan fruto. | ||
15 | Mas la que en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y llevan fruto con paciencia. | ||
16 | Ninguno que enciende un candil lo cubre con una vasija, o lo pone debajo de la cama; mas lo pone en un candelero, para que los que entran vean la luz. | ||
17 | Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz. | ||
18 | Mirad pues cómo oís; porque a todo el que tiene, le será dado; y a todo el que no tiene, aun lo que parece tener le será quitado. | ||
19 | Entonces vinieron a Él su madre y sus hermanos; y no podían llegar a Él a causa de la multitud. | ||
20 | Y le fue dado aviso, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera, y quieren verte. | ||
21 | Entonces respondiendo Él, les dijo: Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios, y la ponen por obra. | ||
22 | Y aconteció un día que Él entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del lago. Y partieron. | ||
23 | Pero mientras navegaban, Él se durmió. Y sobrevino una tempestad de viento en el lago; y se anegaban, y peligraban. | ||
24 | Y viniendo a Él, le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! Y despertado Él, increpó al viento y al levantamiento de las aguas; y cesaron, y fue hecha bonanza. | ||
25 | Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, diciendo los unos a los otros: ¿Quién es Éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen? | ||
26 | Y arribaron a la tierra de los gadarenos, que está al lado opuesto de Galilea. | ||
27 | Y llegando Él a tierra, le salió al encuentro un hombre de la ciudad que tenía demonios por ya mucho tiempo; y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros. | ||
28 | Éste, cuando vio a Jesús, dio voces, y postrándose delante de Él, dijo a gran voz: ¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes. | ||
29 | ( Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre; porque hacía mucho tiempo que le arrebataba; y le guardaban preso con cadenas y grillos; pero rompiendo las cadenas, era arrastrado del demonio a los desiertos. ) | ||
30 | Y Jesús le preguntó, diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él. | ||
31 | Y le rogaban que no les mandase ir al abismo. | ||
32 | Y había allí un hato de muchos puercos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y los dejó. | ||
33 | Y los demonios, salidos del hombre, entraron en los puercos; y el hato se arrojó por un despeñadero en el lago, y se ahogó. | ||
34 | Y cuando los que los apacentaban, vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo dieron aviso en la ciudad y por los campos. | ||
35 | Y salieron a ver lo que había acontecido; y vinieron a Jesús, y hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús; vestido, y en su juicio cabal, y tuvieron miedo. | ||
36 | Y los que lo habían visto, les contaron cómo había sido sanado aquel endemoniado. | ||
37 | Entonces toda la multitud de la tierra de los gadarenos alrededor, le rogaron que se fuese de ellos; porque tenían gran temor. Y Él, subiendo en la barca, se volvió. | ||
38 | Y aquel hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le permitiese estar con Él; mas Jesús le despidió, diciendo: | ||
39 | Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él. | ||
40 | Y aconteció que cuando Jesús volvió, la multitud le recibió con gozo; porque todos le esperaban. | ||
41 | Y he aquí un varón llamado Jairo, que era príncipe de la sinagoga, vino, y postrándose a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa; | ||
42 | porque tenía una hija única, como de doce años, y ella se estaba muriendo. Y yendo, la multitud le apretaba. | ||
43 | Y una mujer que tenía flujo de sangre hacía ya doce años, la cual había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada, | ||
44 | llegándose por detrás, tocó el borde de su manto; y luego se estancó el flujo de su sangre. | ||
45 | Entonces Jesús dijo: ¿Quién me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que estaban con él: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién me ha tocado? | ||
46 | Y Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque sé que ha salido poder de mí. | ||
47 | Entonces, viendo la mujer que no se había ocultado, vino temblando, y postrándose delante de Él le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo luego había sido sanada. | ||
48 | Y Él le dijo: Hija, ten buen ánimo; tu fe te ha sanado; ve en paz. | ||
49 | Hablando aún Él, vino uno del príncipe de la sinagoga a decirle: Tu hija ha muerto, no molestes más al Maestro. | ||
50 | Y oyéndolo Jesús, le respondió, diciendo: No temas; cree solamente, y será sana. | ||
51 | Y entrado en casa, no dejó entrar a nadie, sino a Pedro, y a Jacobo, y a Juan, y al padre y a la madre de la muchacha. | ||
52 | Y lloraban todos, y hacían duelo por ella. Y Él dijo: No lloréis; no está muerta, sino duerme. | ||
53 | Y se burlaban de Él, sabiendo que estaba muerta. | ||
54 | Mas Él echó fuera a todos, y tomándola de la mano, le habló, diciendo: Muchacha, levántate. | ||
55 | Entonces su espíritu volvió, y se levantó luego; y Él mandó que le diesen de comer. | ||
56 | Y sus padres estaban atónitos; a los cuales Él mandó, que a nadie dijesen lo que había sido hecho. |
Lucas 9 | |||
1 | Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. | ||
2 | Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos. | ||
3 | Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas cada uno. | ||
4 | Y en cualquier casa en que entrareis, quedad allí, y de allí salid. | ||
5 | Y si algunos no os recibieren, saliendo de aquella ciudad, aun el polvo sacudid de vuestros pies en testimonio contra ellos. | ||
6 | Y saliendo, recorrían todas las aldeas, predicando el evangelio, y sanando por todas partes. | ||
7 | Y oyó Herodes el tetrarca todas las cosas que Él hacía; y estaba perplejo, porque algunos decían: Juan ha resucitado de los muertos; | ||
8 | y otros: Elías ha aparecido; y otros: Algún profeta de los antiguos ha resucitado. | ||
9 | Y dijo Herodes: A Juan yo decapité; ¿quién, pues, será Éste, de quien yo oigo tales cosas? Y procuraba verle. | ||
10 | Y cuando los apóstoles regresaron, le contaron todas las cosas que habían hecho. Y tomándolos, se retiró aparte a un lugar desierto de la ciudad que se llama Betsaida. | ||
11 | Y cuando la gente lo supo, le siguieron; y Él les recibió, y les hablaba del reino de Dios, y sanaba a los que necesitaban ser curados. | ||
12 | Y cuando comenzó a declinar el día; llegan los doce, y le dicen: Despide la multitud, para que vayan a las aldeas, y campos de alrededor, y se alojen y hallen alimentos; porque aquí estamos en lugar desierto. | ||
13 | Y Él les dijo: Dadles vosotros de comer. Y dijeron ellos: No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a menos que vayamos a comprar alimentos para toda esta multitud. | ||
14 | Y eran como cinco mil hombres. Entonces dijo a sus discípulos: Hacedlos sentar en grupos, de cincuenta en cincuenta. | ||
15 | Y así lo hicieron, haciéndolos sentar a todos. | ||
16 | Y tomando los cinco panes y los dos pescados, mirando al cielo los bendijo, y partió, y dio a sus discípulos para que pusiesen delante de la multitud. | ||
17 | Y comieron todos, y se saciaron; y alzaron lo que les sobró, doce canastos de pedazos. | ||
18 | Y aconteció que estando Él aparte orando, estaban con Él los discípulos; y les preguntó, diciendo: ¿Quién dice la gente que soy yo? | ||
19 | Y ellos respondiendo, dijeron: Juan el Bautista; y otros, Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado. | ||
20 | Y les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy yo? Entonces respondiendo Simón Pedro, dijo: El Cristo de Dios. | ||
21 | Mas Él, amonestándoles, les mandó que a nadie dijesen esto, | ||
22 | diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea rechazado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes y de los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día. | ||
23 | Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame. | ||
24 | Porque el que quisiere salvar su vida, la perderá; y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, éste la salvará. | ||
25 | Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y se pierde a sí mismo, o se destruye? | ||
26 | Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando viniere en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles. | ||
27 | Y os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que vean el reino de Dios. | ||
28 | Y aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro y a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar. | ||
29 | Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestidura blanca y resplandeciente. | ||
30 | Y he aquí dos varones que hablaban con Él, los cuales eran Moisés y Elías; | ||
31 | que aparecieron con gloria, y hablaban de su partida, la cual Él había de cumplir en Jerusalén. | ||
32 | Y Pedro y los que estaban con Él, estaban cargados de sueño; y despertando, vieron su gloria, y a los dos varones que estaban con Él. | ||
33 | Y aconteció que apartándose ellos de Él, Pedro dice a Jesús: Maestro, bien es que nos quedemos aquí, y hagamos tres tabernáculos, uno para ti, y uno para Moisés, y uno para Elías; no sabiendo lo que decía. | ||
34 | Y diciendo él esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube. | ||
35 | Y vino una voz desde la nube, que decía: Éste es mi Hijo amado; a Él oíd. | ||
36 | Y pasada aquella voz, Jesús fue hallado solo; y ellos callaron; y por aquellos días no dijeron nada a nadie de lo que habían visto. | ||
37 | Y aconteció que al día siguiente, cuando descendieron del monte, una gran multitud les salió al encuentro. | ||
38 | Y he aquí, un hombre de la multitud clamó, diciendo: Maestro, te ruego que veas a mi hijo; porque es mi único hijo; | ||
39 | y he aquí un espíritu le toma, y de repente da gritos; y le sacude y le hace echar espuma, e hiriéndole difícilmente se aparta de él. | ||
40 | Y rogué a tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron. | ||
41 | Y respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros, y os he de soportar? Trae acá tu hijo. | ||
42 | Y cuando aun se iba acercando, el demonio le derribó y le sacudió violentamente; mas Jesús reprendió al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y lo devolvió a su padre. | ||
43 | Y todos estaban maravillados de la grandeza de Dios. Y admirándose todos de todas las cosas que Jesús hacía, dijo a sus discípulos: | ||
44 | Dejad que estas palabras penetren en vuestros oídos, porque el Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres. | ||
45 | Mas ellos no entendían esta palabra, y les era encubierta para que no la entendiesen; y temían preguntarle de esta palabra. | ||
46 | Entonces entraron en disputa, de cuál de ellos sería el mayor. | ||
47 | Mas Jesús, viendo los pensamientos del corazón de ellos, tomó a un niño, y lo puso junto a sí, | ||
48 | y les dijo: Cualquiera que reciba a este niño en mí nombre, a mí me recibe; y cualquiera que me recibe a mí, recibe al que me envió; porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ése será el más grande. | ||
49 | Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros. | ||
50 | Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es. | ||
51 | Y aconteció, que cumpliéndose el tiempo en que había de ser recibido arriba, Él afirmó su rostro para ir a Jerusalén. | ||
52 | Y envió mensajeros delante de sí, los cuales fueron y entraron en una aldea de samaritanos, para aparejar para Él. | ||
53 | Pero no le recibieron, porque su apariencia era como de ir a Jerusalén. | ||
54 | Y viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, y los consuma, así como hizo Elías? | ||
55 | Entonces volviéndose Él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; | ||
56 | porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea. | ||
57 | Y aconteció que yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré a dondequiera que fueres. | ||
58 | Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo tienen nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza. | ||
59 | Y dijo a otro: Sígueme. Y él dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. | ||
60 | Y Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú, ve, y predica el reino de Dios. | ||
61 | Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; mas déjame que me despida primero de los que están en mi casa. | ||
62 | Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado y mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios. |
Lucas 10 | |||
1 | Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, los cuales envió de dos en dos delante de su faz, a toda ciudad y lugar a donde Él había de venir. | ||
2 | Y les decía: La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. | ||
3 | Id, he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos. | ||
4 | No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y a nadie saludéis por el camino. | ||
5 | En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa. | ||
6 | Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros. | ||
7 | Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os dieren; porque el obrero digno es de su salario. No os paséis de casa en casa. | ||
8 | Y en cualquiera ciudad donde entrareis y os recibieren, comed lo que os pusieren delante; | ||
9 | Y sanad a los enfermos que en ella hubiere, y decidles: El reino de Dios se ha acercado a vosotros. | ||
10 | Mas en cualquier ciudad donde entrareis, y no os recibieren, saliendo por sus calles, decid: | ||
11 | Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad, sacudimos contra vosotros: Pero esto sabed, que el reino de Dios se ha acercado a vosotros. | ||
12 | Y os digo que será más tolerable el castigo para Sodoma en aquel día, que para aquella ciudad. | ||
13 | ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! que si en Tiro y en Sidón hubieran sido hechas las maravillas que se han hecho en vosotras, hace ya mucho tiempo, que sentadas en cilicio y ceniza, se habrían arrepentido. | ||
14 | Por tanto, en el juicio, será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón que para vosotras. | ||
15 | Y tú, Capernaúm, que hasta el cielo eres levantada, hasta el infierno serás arrojada. | ||
16 | El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que a mí desecha, desecha al que me envió. | ||
17 | Y volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. | ||
18 | Y Él les dijo: Yo vi a Satanás caer del cielo como un rayo. | ||
19 | He aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada en ningún modo os dañará. | ||
20 | Mas no os regocijéis en esto de que los espíritus se os sujetan; antes regocijaos de que vuestros nombres están escritos en el cielo. | ||
21 | En aquella misma hora Jesús se regocijó en su espíritu, y dijo: Te doy gracias, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, que escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí Padre, porque así te agradó. | ||
22 | Todas las cosas me son entregadas de mi Padre; y nadie sabe quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y a quien el Hijo lo quisiere revelar. | ||
23 | Y volviéndose a sus discípulos, les dijo en privado: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis: | ||
24 | Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron. | ||
25 | Y he aquí un doctor de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿qué haré para heredar la vida eterna? | ||
26 | Y Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? | ||
27 | Y él respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. | ||
28 | Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. | ||
29 | Mas él, queriéndose justificar a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? | ||
30 | Y respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. | ||
31 | Y aconteció, que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó por el otro lado. | ||
32 | Y asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó por el otro lado. | ||
33 | Pero un samaritano que transitaba, pasando por donde él estaba, al verle, tuvo compasión de él; | ||
34 | y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole sobre su cabalgadura, le llevó al mesón, y cuidó de él. | ||
35 | Y otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuida de él; y todo lo que de más gastares, yo cuando vuelva te lo pagaré. | ||
36 | ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo de aquél que cayó en manos de los ladrones? | ||
37 | Y él dijo: El que mostró con él misericordia. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo. | ||
38 | Y aconteció que yendo ellos, entró Él en una aldea; y una mujer llamada Marta, le recibió en su casa. | ||
39 | Y ésta tenía una hermana que se llamaba María, la cual sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. | ||
40 | Pero Marta se distraía en muchos servicios; y vino a Él, diciendo: Señor, ¿no tienes cuidado que mi hermana me deja servir sola? Dile, pues, que me ayude. | ||
41 | Y respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, estás afanada y turbada con muchas cosas: | ||
42 | Pero una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada. |
Lucas 11 | |||
1 | Y aconteció que estaba Él orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. | ||
2 | Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en el cielo; santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. | ||
3 | El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. | ||
4 | Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. | ||
5 | Y también les dijo: ¿Quién de vosotros tendrá un amigo, e irá a él a media noche, y le dirá: Amigo, préstame tres panes, | ||
6 | porque un amigo mío ha venido a mí de camino, y no tengo qué ponerle delante; | ||
7 | y él, desde adentro respondiendo, dijere: No me seas molesto; la puerta está ya cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme y dártelos? | ||
8 | Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, mas por su importunidad, se levantará y le dará todo lo que necesite. | ||
9 | Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. | ||
10 | Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. | ||
11 | ¿Y quién de vosotros, siendo padre, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? | ||
12 | ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? | ||
13 | Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? | ||
14 | Y estaba Él lanzando un demonio, el cual era mudo; y aconteció que salido fuera el demonio, el mudo habló y la gente se maravillaba. | ||
15 | Mas algunos de ellos decían: Por Belcebú, príncipe de los demonios, echa fuera los demonios. | ||
16 | Y otros, tentándole, le pedían señal del cielo. | ||
17 | Mas Él, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es desolado; y una casa dividida contra sí misma, cae. | ||
18 | Y si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo permanecerá su reino? pues decís que por Belcebú echo yo fuera los demonios. | ||
19 | Pues si yo echo fuera los demonios por Belcebú, ¿vuestros hijos por quién los echan fuera? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. | ||
20 | Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros. | ||
21 | Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee. | ||
22 | Mas si viniere otro más fuerte que él, y le vence, le quita todas las armas en que confiaba, y reparte sus despojos. | ||
23 | El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama. | ||
24 | Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y no hallándolo, dice: Regresaré a mi casa de donde salí. | ||
25 | Y viniendo, la halla barrida y adornada. | ||
26 | Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, habitan allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. | ||
27 | Y aconteció que diciendo estas cosas, una mujer de la multitud, levantando la voz, le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los pechos que mamaste. | ||
28 | Y Él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan. | ||
29 | Y juntándose la multitud, comenzó a decir: Esta generación mala es: Demandan señal, mas señal no le será dada, sino la señal de Jonás el profeta. | ||
30 | Porque como Jonás fue señal a los ninivitas, así también será el Hijo del Hombre a esta generación. | ||
31 | La reina del Sur se levantará en juicio con los hombres de esta generación, y los condenará; porque vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón; y he aquí uno mayor que Salomón en este lugar. | ||
32 | Los hombres de Nínive se levantarán en juicio con esta generación, y la condenarán; porque a la predicación de Jonás se arrepintieron; y he aquí uno mayor que Jonás en este lugar. | ||
33 | Nadie pone en oculto el candil encendido, ni debajo del almud, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz. | ||
34 | La luz del cuerpo es el ojo; así que si tu ojo fuere sincero, también todo tu cuerpo será iluminado; mas si fuere malo, también tu cuerpo será tenebroso. | ||
35 | Mira pues, que la luz que en ti hay, no sea tinieblas. | ||
36 | Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte alguna de tinieblas, será todo luminoso, como cuando una lámpara con su resplandor te alumbra. | ||
37 | Y luego que hubo hablado, le rogó un fariseo que comiese con él; y entrado Jesús, se sentó a la mesa. | ||
38 | Y el fariseo, cuando lo vio, se maravilló de que no se lavó antes de comer. | ||
39 | Y el Señor le dijo: Ahora, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera de la copa y del plato; pero por dentro estáis llenos de rapiña y de maldad. | ||
40 | Necios, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de dentro? | ||
41 | Pero dad limosna de lo que tenéis; y he aquí, todo os es limpio. | ||
42 | Mas ¡ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza; mas el juicio y el amor de Dios pasáis por alto. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer lo otro. | ||
43 | ¡Ay de vosotros, fariseos! que amáis las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas. | ||
44 | ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! que sois como sepulcros encubiertos, y los hombres que andan encima no lo saben. | ||
45 | Y respondiendo uno de los doctores de la ley, le dice: Maestro, cuando dices esto, también nos afrentas a nosotros. | ||
46 | Y Él dijo: ¡Ay de vosotros también, doctores de la ley! que abrumáis a los hombres con cargas pesadas de llevar; mas vosotros ni aun con un dedo las tocáis. | ||
47 | ¡Ay de vosotros! que edificáis los sepulcros de los profetas, y los mataron vuestros padres. | ||
48 | De cierto dais testimonio que consentís en los hechos de vuestros padres; porque a la verdad ellos los mataron, mas vosotros edificáis sus sepulcros. | ||
49 | Por tanto, la sabiduría de Dios también dijo: Enviaré a ellos profetas y apóstoles; y de ellos a unos matarán y a otros perseguirán; | ||
50 | para que de esta generación sea demandada la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la fundación del mundo; | ||
51 | desde la sangre de Abel, hasta la sangre de Zacarías, que murió entre el altar y el templo. De cierto os digo: Será demandada de esta generación. | ||
52 | ¡Ay de vosotros, doctores de la ley! que habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis. | ||
53 | Y diciéndoles estas cosas, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarle en gran manera, para provocarle a que hablase de muchas cosas; | ||
54 | acechándole, y procurando cazar algo de su boca para acusarle. |
Lucas 12 | |||
1 | En esto, juntándose una innumerable multitud, tanto que unos a otros se hollaban, comenzó a decir a sus discípulos primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es hipocresía. | ||
2 | Porque nada hay encubierto, que no haya de ser revelado; ni oculto, que no haya de ser sabido. | ||
3 | Por tanto, lo que dijisteis en tinieblas, a la luz será oído; y lo que hablasteis al oído en las alcobas, será pregonado en las azoteas. | ||
4 | Pero os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. | ||
5 | Mas os enseñaré a quién debéis temer: Temed a Aquél que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno: Sí, os digo: A Éste temed. | ||
6 | ¿No se venden cinco pajarillos por dos blancas? Y ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. | ||
7 | Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues, de más estima sois vosotros que muchos pajarillos. | ||
8 | Y os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; | ||
9 | mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. | ||
10 | Y todo aquel que dijere palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; mas al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado. | ||
11 | Y cuando os trajeren a las sinagogas, y a los magistrados y potestades, no os preocupéis de cómo o qué hayáis de responder, o qué hayáis de decir; | ||
12 | porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debéis de decir. | ||
13 | Y le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. | ||
14 | Mas Él le dijo: Hombre, ¿quién me puso por juez o partidor sobre vosotros? | ||
15 | Y les dijo: Mirad, y guardaos de la avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. | ||
16 | Y les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho; | ||
17 | y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde almacenar mis frutos? | ||
18 | Y dijo: Esto haré; derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí almacenaré todos mis frutos y mis bienes; | ||
19 | y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. | ||
20 | Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? | ||
21 | Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. | ||
22 | Y dijo a sus discípulos: Por tanto os digo: No os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. | ||
23 | La vida más es que la comida, y el cuerpo que el vestido. | ||
24 | Considerad los cuervos, que no siembran, ni siegan; que no tienen almacén, ni granero; y Dios los alimenta. ¿Cuánto más sois vosotros de más estima que las aves? | ||
25 | ¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo? | ||
26 | Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás? | ||
27 | Considerad los lirios, cómo crecen; no labran, ni hilan; y os digo, que Salomón, con toda su gloria, no se vistió como uno de ellos. | ||
28 | Y si así viste Dios a la hierba, que hoy está en el campo, y mañana es echada en el horno; ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? | ||
29 | Vosotros, pues, no os preocupéis qué habéis de comer, o qué habéis de beber; ni estéis ansiosos. | ||
30 | Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. | ||
31 | Mas buscad primeramente el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas. | ||
32 | No temáis, manada pequeña; porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. | ||
33 | Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en el cielo que no se agote; donde ladrón no llega, ni polilla corrompe. | ||
34 | Porque donde está vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón. | ||
35 | Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; | ||
36 | y vosotros, como hombres que esperan cuando su señor ha de volver de las bodas; para que cuando viniere, y tocare, luego le abran. | ||
37 | Bienaventurados aquellos siervos a los cuales cuando el señor venga, halle velando; de cierto os digo, que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá y les servirá. | ||
38 | Y si viniere a la segunda vigilia, o aunque viniere a la tercera vigilia, y los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos. | ||
39 | Pero esto sabed, que si supiese el padre de familia a qué hora había de venir el ladrón, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa. | ||
40 | Vosotros, pues, también, estad apercibidos; porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá. | ||
41 | Entonces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos? | ||
42 | Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente, al cual el señor pondrá sobre su familia, para que a tiempo les dé su ración? | ||
43 | Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor viniere, hallare haciendo así. | ||
44 | En verdad os digo, que él le pondrá sobre todos sus bienes. | ||
45 | Mas si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a los siervos y a las criadas, y a comer y beber y a embriagarse; | ||
46 | vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera, y a la hora que no sabe, y le castigará severamente, y pondrá su parte con los infieles. | ||
47 | Porque el siervo que sabiendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, será azotado mucho. | ||
48 | Mas el que sin saberla, hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque al que mucho le es dado, mucho le será demandado; y al que encomendaron mucho, más le será pedido. | ||
49 | Fuego vine a meter en la tierra; ¿y qué quiero, si ya está encendido? | ||
50 | Pero de un bautismo me es necesario ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla! | ||
51 | ¿Pensáis que he venido a la tierra a dar paz? No; sino disensión. | ||
52 | Porque de aquí adelante cinco en una casa estarán divididos; tres contra dos, y dos contra tres. | ||
53 | El padre estará dividido contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra. | ||
54 | Y decía también a la gente: Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y es así. | ||
55 | Y cuando sopla el viento del sur, decís: Hará calor; y lo hace. | ||
56 | ¡Hipócritas! Sabéis discernir la faz del cielo y de la tierra; ¿y cómo no discernís este tiempo? | ||
57 | ¿Y por qué aun de vosotros mismos no juzgáis lo que es justo? | ||
58 | Cuando vayas al magistrado con tu adversario, procura en el camino librarte de él; para que no te arrastre al juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. | ||
59 | Te digo que no saldrás de allí, hasta que hayas pagado hasta la última blanca. |