1 Samuel 23-31


 
1 Samuel 23
 
  1   Y dieron aviso a David, diciendo: He aquí que los filisteos combaten a Keila, y roban las eras.
  2   Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Iré a herir a estos filisteos? Y Jehová respondió a David: Ve, hiere a los filisteos, y libra a Keila.
  3   Mas los que estaban con David le dijeron: He aquí que nosotros aquí en Judá estamos con miedo; ¿cuánto más si fuéremos a Keila contra el ejército de los filisteos?
  4   Entonces David volvió a consultar a Jehová. Y Jehová le respondió, y dijo: Levántate, desciende a Keila, que yo entregaré en tus manos a los filisteos.
  5   Partió, pues, David con sus hombres a Keila, y peleó contra los filisteos, se llevó sus ganados y los hirió con grande estrago: Así libró David a los de Keila.
  6   Y aconteció que cuando Abiatar hijo de Ahimelec huyó siguiendo a David a Keila, descendió con el efod en su mano.
  7   Y fue dicho a Saúl que David había venido a Keila. Entonces dijo Saúl: Dios lo ha traído a mis manos; pues él se ha encerrado, entrando en ciudad con puertas y cerraduras.
  8   Y convocó Saúl a todo el pueblo a la batalla, para descender a Keila, y poner cerco a David y a los suyos.
  9   Mas entendiendo David que Saúl ideaba el mal contra él, dijo a Abiatar sacerdote: Trae el efod.
  10   Y dijo David: Jehová Dios de Israel, tu siervo tiene entendido que Saúl trata de venir contra Keila, a destruir la ciudad por causa mía.
  11   ¿Me entregarán los hombres de Keila en sus manos? ¿Descenderá Saúl, como tu siervo ha oído? Jehová Dios de Israel, te ruego que lo declares a tu siervo. Y Jehová dijo: Sí, descenderá.
  12   Dijo luego David: ¿Me entregarán los hombres de Keila a mí y a mis hombres en manos de Saúl? Y Jehová respondió: Te entregarán.
  13   David entonces se levantó con sus hombres, que eran como seiscientos, y salieron de Keila, y anduvieron de un lugar a otro. Y vino la nueva a Saúl de como David se había escapado de Keila; y desistió de perseguirlo.
  14   Y David se quedó en el desierto en lugares fuertes, y habitaba en un monte en el desierto de Zif; y lo buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos.
  15   Y viendo David que Saúl había salido en busca de su vida, David se estaba en el bosque, en el desierto de Zif.
  16   Entonces se levantó Jonatán hijo de Saúl, y vino a David en el bosque, y fortaleció su mano en Dios.
  17   Y le dijo: No temas, que no te hallará la mano de Saúl mi padre, y tú reinarás sobre Israel, y yo seré segundo después de ti; y aun Saúl mi padre así lo sabe.
  18   Y ambos hicieron pacto delante de Jehová: y David se quedó en el bosque, y Jonatán se volvió a su casa.
  19   Entonces subieron los zifeos a Gabaa para decirle a Saúl: ¿No está David escondido en nuestra tierra, en las peñas del bosque, en el collado de Haquila que está al sur de Jesimón?
  20   Por tanto, rey, desciende pronto ahora, según todo el deseo de tu alma, y nosotros lo entregaremos en la mano del rey.
  21   Y Saúl dijo: Benditos seáis vosotros de Jehová, que habéis tenido compasión de mí.
  22   Id, pues, ahora, preparaos aún, considerad y ved su lugar donde tiene el pie, y quién lo haya visto allí; porque se me ha dicho que él es en gran manera astuto.
  23   Observad, pues, y ved todos los escondrijos donde se oculta, y volved a mí con la certidumbre, y yo iré con vosotros: y será que si él estuviere en la tierra, yo le buscaré entre todos los millares de Judá.
  24   Y ellos se levantaron, y se fueron a Zif delante de Saúl. Mas David y su gente estaban en el desierto de Maón, en la llanura al sur de Jesimón.
  25   Y partió Saúl con su gente a buscarlo; pero fue dado aviso a David, y descendió a la peña, y se quedó en el desierto de Maón. Lo cual como Saúl oyó, siguió a David al desierto de Maón.
  26   Y Saúl iba por un lado del monte, y David con los suyos por el otro lado del monte: y David se daba prisa para ir delante de Saúl; mas Saúl y los suyos habían encerrado a David y a su gente para tomarlos.
  27   Entonces vino un mensajero a Saúl, diciendo: Ven luego, porque los filisteos han invadido el país.
  28   Volvió, por tanto, Saúl de perseguir a David, y partió contra los filisteos. Por eso llamaron a aquel lugar Sela-hama-lecot.
  29   Entonces David subió de allí, y habitó en los parajes fuertes en Engadi.

 
1 Samuel 24
 
  1   Y sucedió que cuando Saúl volvió de perseguir a los filisteos, le dieron aviso diciendo: He aquí que David está en el desierto de Engadi.
  2   Y tomando Saúl tres mil hombres escogidos de todo Israel, fue en busca de David y de los suyos, por las cumbres de los peñascos de las cabras monteses.
  3   Y llegó a un redil de ovejas en el camino, donde había una cueva, y entró Saúl en ella para cubrir sus pies; y David y sus hombres estaban en los rincones de la cueva.
  4   Entonces los de David le dijeron: He aquí el día que te ha dicho Jehová: He aquí que entregó tu enemigo en tus manos, y harás con él como te pareciere. Y se levantó David, y calladamente cortó la orilla del manto de Saúl.
  5   Sucedió después de esto que el corazón de David le golpeaba, por haber cortado la orilla del manto de Saúl.
  6   Y dijo a los suyos: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová.
  7   Así reprimió David a sus siervos con estas palabras, y no les permitió que se levantasen contra Saúl. Y Saúl, saliendo de la cueva, siguió su camino.
  8   También David se levantó después, y saliendo de la cueva dio voces a las espaldas de Saúl, diciendo: ¡Mi señor el rey! Y como Saúl miró atrás, David inclinó su rostro a tierra, e hizo reverencia.
  9   Y dijo David a Saúl: ¿Por qué oyes las palabras de los que dicen: Mira que David procura tu mal?
  10   He aquí han visto hoy tus ojos como Jehová te ha puesto hoy en mis manos en la cueva; y dijeron que te matase, mas te perdoné, porque dije: No extenderé mi mano contra mi señor, porque es el ungido de Jehová.
  11   Y mira, padre mío, mira el borde de tu manto en mi mano; porque yo corté el borde de tu manto, y no te maté. Conoce, pues, y ve que no hay mal ni traición en mi mano, ni he pecado contra ti; con todo, tú andas a caza de mi vida para quitármela.
  12   Juzgue Jehová entre tú y yo, y véngueme de ti Jehová; pero mi mano no será contra ti.
  13   Como dice el proverbio de los antiguos: De los impíos saldrá la impiedad: así que mi mano no será contra ti.
  14   ¿Tras quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién persigues? ¿A un perro muerto? ¿A una pulga?
  15   Jehová, pues, será Juez, y Él juzgará entre tú y yo. Él vea, y sustente mi causa, y me defienda de tu mano.
  16   Y aconteció que, cuando David acabó de decir estas palabras a Saúl, Saúl dijo: ¿No es ésta la voz tuya, hijo mío David? Y alzando Saúl su voz lloró.
  17   Y dijo a David: Más justo eres tú que yo, pues me has pagado con bien, habiéndote yo pagado con mal.
  18   Tú has mostrado hoy que has hecho conmigo bien; pues no me has dado muerte, habiéndome entregado Jehová en tus manos.
  19   Porque ¿quién hallará a su enemigo, y lo dejará ir sano y salvo? Jehová te pague con bien por lo que en este día has hecho conmigo.
  20   Y ahora, como yo entiendo que tú has de reinar, y que el reino de Israel ha de ser en tu mano firme y estable,
  21   júrame, pues, ahora por Jehová, que no cortarás mi simiente después de mí, ni raerás mi nombre de la casa de mi padre.
  22   Entonces David juró a Saúl. Y se fue Saúl a su casa, y David y sus hombres se subieron a la fortaleza.

 
1 Samuel 25
 
  1   Y murió Samuel, y se reunió todo Israel, y lo lloraron, y lo sepultaron en su casa en Ramá. Y se levantó David, y se fue al desierto de Parán.
  2   Y había un hombre en Maón que tenía su hacienda en el Carmelo, el cual era muy rico, y tenía tres mil ovejas y mil cabras. Y esquilaba sus ovejas en el Carmelo.
  3   El nombre de aquel varón era Nabal, y el nombre de su esposa, Abigail. Y era aquella mujer de buen entendimiento y de hermosa apariencia; mas el hombre era duro y de malas obras; y era del linaje de Caleb.
  4   Y oyó David en el desierto que Nabal esquilaba sus ovejas.
  5   Entonces David envió diez criados, y les dijo: Subid al Carmelo, e id a Nabal, y saludadle en mi nombre.
  6   Y decid a aquél que vive en prosperidad: Paz sea a ti, y paz a tu familia, y paz a todo cuanto tienes.
  7   He sabido que tienes esquiladores. Ahora, a tus pastores que han estado con nosotros, nunca les hicimos daño, ni les faltó algo en todo el tiempo que han estado en el Carmelo.
  8   Pregunta a tus criados, que ellos te lo dirán. Hallen por tanto estos criados gracia en tus ojos, pues que venimos en buen día; te ruego que des lo que tuvieres a mano a tus siervos, y a tu hijo David.
  9   Y como llegaron los criados de David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de David, y callaron.
  10   Y Nabal respondió a los criados de David, y dijo: ¿Quién es David? ¿Y quién es el hijo de Isaí? Muchos siervos hay hoy que huyen de sus señores.
  11   ¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua, y mi carne que he matado y preparado para mis esquiladores, y la daré a hombres que no sé de dónde son?
  12   Y tornándose los criados de David, se volvieron por su camino, y vinieron y dijeron a David todas estas palabras.
  13   Entonces David dijo a sus hombres: Cíñase cada uno su espada. Y se ciñó cada uno su espada: también David ciñó su espada; y subieron tras David como cuatrocientos hombres, y dejaron doscientos con el bagaje.
  14   Y uno de los criados dio aviso a Abigail esposa de Nabal, diciendo: He aquí David envió mensajeros del desierto que saludasen a nuestro amo, y él los ha zaherido.
  15   Mas aquellos hombres han sido muy buenos con nosotros, y nunca nos han hecho daño, ni ninguna cosa nos ha faltado en todo el tiempo que hemos convivido con ellos, mientras estábamos en los campos.
  16   Nos han sido por muro de día y de noche, todos los días que hemos estado con ellos apacentando las ovejas.
  17   Ahora, pues, entiende y mira lo que has de hacer, porque el mal está del todo resuelto contra nuestro amo y contra toda su casa; pues él es tan hijo de Belial, que no hay quien pueda hablarle.
  18   Entonces Abigail tomó luego doscientos panes, y dos odres de vino, y cinco ovejas guisadas, y cinco medidas de grano tostado, y cien tortas de pasas, y doscientos panes de higos secos, y los cargó en asnos.
  19   Y dijo a sus criados: Id delante de mí, que yo os seguiré luego. Y nada declaró a su marido Nabal.
  20   Y sentándose sobre un asno descendió por una parte secreta del monte, y he aquí David y sus hombres que venían frente a ella, y ella fue a encontrarles.
  21   Y David había dicho: Ciertamente en vano he guardado todo lo que éste tiene en el desierto, sin que nada le haya faltado de todo cuanto es suyo; y él me ha vuelto mal por bien.
  22   Así haga Dios, y así añada a los enemigos de David, que de aquí al amanecer no he de dejar ni a un meante a la pared, de todos los que le pertenecen.
  23   Y como Abigail vio a David, se apeó prestamente del asno, y postrándose delante de David sobre su rostro, se inclinó a tierra.
  24   Y se echó a sus pies, y dijo: Señor mío, sobre mí sea el pecado; mas te ruego que permitas que tu sierva hable a tus oídos, y oye las palabras de tu sierva.
  25   No haga caso mi señor de este hombre de Belial, Nabal; porque conforme a su nombre, así es él. Se llama Nabal, y la insensatez está con él; mas yo tu sierva no vi los criados de mi señor, los cuales tú enviaste.
  26   Ahora pues, señor mío, vive Jehová y vive tu alma, que Jehová te ha estorbado que vinieses a derramar sangre, y vengarte por tu propia mano. Sean, pues, como Nabal tus enemigos, y todos los que procuran mal contra mi señor.
  27   Y ahora esta bendición que tu sierva ha traído a mi señor, se dé a los criados que siguen a mi señor.
  28   Y yo te ruego que perdones a tu sierva esta ofensa; pues Jehová de cierto hará casa firme a mi señor, por cuanto mi señor pelea las batallas de Jehová, y mal no se ha hallado en ti en tus días.
  29   Bien que alguien se haya levantado a perseguirte y atentar contra tu vida, con todo, el alma de mi señor será ligada en el fajo de los que viven con Jehová tu Dios, y Él arrojará el alma de tus enemigos como de en medio de la palma de una honda.
  30   Y acontecerá que cuando Jehová hiciere con mi señor conforme a todo el bien que ha hablado de ti, y te mandare que seas por príncipe sobre Israel,
  31   entonces, señor mío, no te será esto en tropiezo y turbación de corazón, el que hayas derramado sangre sin causa, o que mi señor se haya vengado por sí mismo. Guárdese, pues, mi señor, y cuando Jehová hiciere bien a mi señor, acuérdate de tu sierva.
  32   Y dijo David a Abigail: Bendito sea Jehová Dios de Israel, que te envió para que hoy me encontrases.
  33   Y bendito sea tu razonamiento, y bendita tú, que me has estorbado hoy el ir a derramar sangre, y a vengarme por mi propia mano.
  34   Porque, vive Jehová Dios de Israel que me ha detenido de hacerte mal, que si no te hubieras dado prisa en venir a mi encuentro, de aquí al amanecer no le habría quedado a Nabal meante a la pared.
  35   Y recibió David de su mano lo que le había traído, y le dijo: Sube en paz a tu casa, y mira que he oído tu voz, y te he tenido respeto.
  36   Y Abigail regresó a Nabal, y he aquí que él tenía banquete en su casa como banquete de rey; y el corazón de Nabal estaba alegre en él, y estaba muy borracho; por lo que ella no le declaró poco ni mucho, hasta que vino el día siguiente.
  37   Pero a la mañana, cuando el vino había salido de Nabal, su esposa le refirió estas cosas; y se le amorteció el corazón, y se quedó como piedra.
  38   Y pasados diez días Jehová hirió a Nabal, y murió.
  39   Y luego que David oyó que Nabal era muerto, dijo: Bendito sea Jehová que juzgó la causa de mi afrenta recibida de la mano de Nabal, y ha preservado del mal a su siervo; y Jehová ha tornado la malicia de Nabal sobre su propia cabeza. Después envió David a hablar a Abigail, para tomarla por su esposa.
  40   Y los criados de David vinieron a Abigail en el Carmelo, y hablaron con ella, diciendo: David nos ha enviado a ti, para tomarte por su esposa.
  41   Y ella se levantó, e inclinó su rostro a tierra, diciendo: He aquí tu sierva, para que sea sierva que lave los pies de los siervos de mi señor.
  42   Y levantándose luego Abigail con cinco mozas que la seguían, se montó en un asno, y siguió los mensajeros de David, y fue su esposa.
  43   También tomó David a Ahinoam de Jezreel, y ambas dos fueron sus esposas.
  44   Porque Saúl había dado su hija Mical esposa de David, a Palti hijo de Lais, que era de Galim.

 
1 Samuel 26
 
  1   Y vinieron los zifeos a Saúl en Gabaa, diciendo: ¿No está David escondido en el collado de Haquila, que está frente a Jesimón?
  2   Saúl entonces se levantó, y descendió al desierto de Zif, llevando consigo tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David en el desierto de Zif.
  3   Y acampó Saúl en el collado de Haquila, que está delante del desierto junto al camino. Y estaba David en el desierto, y entendió que Saúl le seguía en el desierto.
  4   David por tanto envió espías, y entendió por cierto que Saúl había venido.
  5   Y se levantó David, y vino al sitio donde Saúl había acampado; y miró David el lugar donde dormía Saúl, y Abner hijo de Ner, general de su ejército. Y estaba Saúl durmiendo en la trinchera, y el pueblo estaba acampado en derredor de él.
  6   Entonces habló David, y requirió a Ahimelec heteo, y a Abisai hijo de Sarvia, hermano de Joab, diciendo: ¿Quién descenderá conmigo a Saúl al campamento: Y dijo Abisai: Yo descenderé contigo.
  7   David, pues, y Abisai vinieron de noche al pueblo; y he aquí Saúl que estaba tendido durmiendo en la trinchera, y su lanza clavada en tierra a su cabecera; y Abner y el pueblo estaban tendidos alrededor de él.
  8   Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano; ahora pues, déjame que lo hiera con la lanza, cosiéndole en la tierra de un golpe, y no segundaré.
  9   Y David respondió a Abisai: No le mates; porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente?
  10   Dijo además David: Vive Jehová, que si Jehová no lo hiriere, o que su día llegue para que muera, o que descendiendo en batalla perezca,
  11   guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido de Jehová. Pero toma ahora la lanza que está a su cabecera, y la botija del agua, y vámonos.
  12   Se llevó, pues, David la lanza y la botija de agua de la cabecera de Saúl, y se fueron; y no hubo nadie que viese, ni entendiese, ni velase, pues todos dormían; porque un profundo sueño enviado de Jehová había caído sobre ellos.
  13   Entonces David pasó al otro lado, y se puso en la cumbre del monte, a lo lejos, habiendo gran distancia entre ellos;
  14   Y dio voces David al pueblo, y a Abner hijo de Ner, diciendo: ¿No respondes, Abner? Entonces Abner respondió y dijo: ¿Quién eres tú que gritas al rey?
  15   Y dijo David a Abner: ¿No eres tú un hombre valiente? ¿Y quién hay como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has guardado al rey tu señor? Porque uno del pueblo ha entrado a matar a tu señor el rey.
  16   Esto que has hecho no está bien. Vive Jehová, que sois dignos de muerte, que no habéis guardado a vuestro señor, al ungido de Jehová. Mira ahora dónde está la lanza del rey, y la botija del agua que estaba a su cabecera.
  17   Y conociendo Saúl la voz de David, dijo: ¿No es ésta tu voz, hijo mío David? Y David respondió: Mi voz es, rey señor mío.
  18   Y dijo: ¿Por qué persigue así mi señor a su siervo? ¿Qué he hecho? ¿Qué mal hay en mi mano?
  19   Ruego, pues, que el rey mi señor oiga ahora las palabras de su siervo. Si Jehová te incita contra mí, acepte Él una ofrenda; mas si fueren hijos de hombres, malditos sean ellos en presencia de Jehová, que me han echado hoy para que no tenga parte en la heredad de Jehová, diciendo: Ve, sirve a dioses ajenos.
  20   No caiga, pues, ahora mi sangre en tierra delante de Jehová, porque ha salido el rey de Israel a buscar una pulga, así como quien persigue una perdiz por los montes.
  21   Entonces dijo Saúl: He pecado: vuélvete, hijo mío David, que ningún mal te haré más, pues que mi vida ha sido estimada hoy en tus ojos. He aquí, yo he hecho neciamente, y he errado en gran manera.
  22   Y David respondió, y dijo: He aquí la lanza del rey; pase acá uno de los criados, y tómela.
  23   Y Jehová pague a cada uno su justicia y su lealtad; pues Jehová te había entregado hoy en mi mano, mas yo no quise extender mi mano sobre el ungido de Jehová.
  24   Y he aquí, como tu vida ha sido estimada hoy en mis ojos, así sea mi vida estimada en los ojos de Jehová, y me libre de toda aflicción.
  25   Y Saúl dijo a David: Bendito eres tú, hijo mío David; sin duda ejecutarás tú grandes empresas, y prevalecerás. Entonces David se fue su camino, y Saúl se volvió a su lugar.

 
1 Samuel 27
 
  1   Y dijo David en su corazón: Al fin seré muerto algún día por la mano de Saúl; por tanto, nada me será mejor que fugarme a la tierra de los filisteos, para que Saúl se deje de mí, y no me ande buscando más por todos los términos de Israel, y así me escaparé de sus manos.
  2   Se levantó, pues, David, y con los seiscientos hombres que tenía consigo se pasó a Aquís hijo de Maoc, rey de Gat.
  3   Y moró David con Aquís en Gat, él y sus hombres, cada uno con su familia: David con sus dos esposas, Ahinoam jezreelita, y Abigail, la que fue esposa de Nabal el del Carmelo.
  4   Y vino la nueva a Saúl que David había huido a Gat, y no lo buscó más.
  5   Y David dijo a Aquís: Si he hallado ahora gracia en tus ojos, séame dado lugar en algunas de las ciudades de la tierra, donde habite; porque ¿ha de morar tu siervo contigo en la ciudad real?
  6   Y Aquís le dio aquel día a Siclag. De aquí fue Siclag de los reyes de Judá hasta hoy.
  7   Y fue el número de los días que David habitó en la tierra de los filisteos, un año y cuatro meses.
  8   Y subía David con sus hombres, y hacían incursiones contra los gesuritas, y gezritas, y los amalecitas; porque éstos habitaban la tierra desde tiempos antiguos, desde como quien va a Shur hasta la tierra de Egipto
  9   Y hería David el país, y no dejaba con vida hombre ni mujer: y se llevaba las ovejas y las vacas y los asnos y los camellos y las ropas; y venía y regresaba a Aquís.
  10   Y decía Aquís: ¿Contra quién habéis invadido hoy? Y David decía: Contra el sur de Judá, y contra el sur de los jerameelitas, y contra el sur de los cineos.
  11   Ni hombre ni mujer dejaba David con vida, que viniese a Gat, diciendo: Porque no den aviso de nosotros, diciendo: Esto hizo David. Y ésta era su costumbre todo el tiempo que moró en tierra de los filisteos.
  12   Y Aquís creía a David, diciendo así: Él ha hecho que su pueblo de Israel le aborrezca; por tanto será mi siervo para siempre.

 
1 Samuel 28
 
  1   Y aconteció que en aquellos días los filisteos reunieron sus tropas para pelear contra Israel. Y dijo Aquís a David: Sabe de cierto que has de salir conmigo a campaña, tú y tus hombres.
  2   Y David respondió a Aquís: Ciertamente tú sabrás lo que tu siervo puede hacer. Y Aquís dijo a David: Por tanto te haré guarda de mi cabeza para siempre.
  3   Ya Samuel había muerto, y todo Israel lo había lamentado, y le habían sepultado en Ramá, en su ciudad. Y Saúl había echado de la tierra los encantadores y adivinos.
  4   Y los filisteos se juntaron, y vinieron y acamparon en Sunem; y Saúl juntó a todo Israel, y acamparon en Gilboa.
  5   Y cuando Saúl vio el campamento de los filisteos, temió, y se turbó su corazón en gran manera.
  6   Y consultó Saúl a Jehová; pero Jehová no le respondió, ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas.
  7   Entonces Saúl dijo a sus criados: Buscadme una mujer pitonisa, para que yo vaya a ella, y por medio de ella pregunte. Y sus criados le respondieron: He aquí hay una mujer en Endor que tiene espíritu de pitonisa.
  8   Y Saúl se disfrazó poniéndose otra ropa, y se fue con dos hombres, y vinieron de noche a aquella mujer; y él dijo: Yo te ruego que me adivines por el espíritu de pitón, y me hagas subir a quien yo te dijere.
  9   Y la mujer le dijo: He aquí tú sabes lo que Saúl ha hecho, cómo ha quitado de la tierra a los que tienen espíritu de pitonisa y a los adivinos: ¿Por qué, pues, pones tropiezo a mi vida, para hacerme morir?
  10   Entonces Saúl le juró por Jehová, diciendo: Vive Jehová, que ningún mal te vendrá por esto.
  11   La mujer entonces dijo: ¿A quién te haré venir? Y él respondió: Hazme venir a Samuel.
  12   Y viendo la mujer a Samuel, clamó en alta voz, y habló aquella mujer a Saúl, diciendo: ¿Por qué me has engañado? pues tú eres Saúl.
  13   Y el rey le dijo: No temas: ¿Qué has visto? Y la mujer respondió a Saúl: He visto dioses que suben de la tierra.
  14   Y él le dijo: ¿Cuál es su forma? Y ella respondió: Un hombre anciano viene, cubierto de un manto. Saúl entonces entendió que era Samuel, y humillando el rostro a tierra, hizo gran reverencia.
  15   Y Samuel dijo a Saúl: ¿Por qué me has inquietado haciéndome venir? Y Saúl respondió: Estoy muy congojado; pues los filisteos pelean contra mí, y Dios se ha apartado de mí, y no me responde más, ni por mano de profetas, ni por sueños: por esto te he llamado, para que me declares qué tengo que hacer.
  16   Entonces Samuel dijo: ¿Y para qué me preguntas a mí, habiéndose apartado de ti Jehová, y es tu enemigo?
  17   Jehová, pues, ha hecho como habló por medio de mí; pues Jehová ha cortado el reino de tu mano, y lo ha dado a tu compañero David.
  18   Como tú no obedeciste a la voz de Jehová, ni cumpliste el furor de su ira sobre Amalec, por eso Jehová te ha hecho esto hoy.
  19   Y Jehová entregará a Israel también contigo en manos de los filisteos; y mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos; y aun el campamento de Israel entregará Jehová en manos de los filisteos.
  20   En aquel punto cayó Saúl en tierra cuan grande era, y tuvo gran temor por las palabras de Samuel; y estaba sin fuerzas, porque en todo aquel día y aquella noche no había comido pan.
  21   Entonces la mujer vino a Saúl, y viéndole en grande manera turbado, le dijo: He aquí que tu sierva ha obedecido a tu voz, y he puesto mi vida en mi mano, y he oído las palabras que tú me has dicho.
  22   Te ruego, pues, que tú también oigas la voz de tu sierva. Pondré yo delante de ti un bocado de pan para que comas, y cobres fuerzas, y sigas tu camino.
  23   Y él lo rehusó, diciendo: No comeré. Mas sus criados juntamente con la mujer le constriñeron, y él los obedeció. Se levantó, pues, del suelo, y se sentó sobre una cama.
  24   Y aquella mujer tenía en su casa un ternero grueso, el cual mató luego; y tomó harina y la amasó, y coció de ella panes sin levadura.
  25   Y lo trajo delante de Saúl y de sus criados; y luego que hubieron comido, se levantaron, y partieron aquella noche.

 
1 Samuel 29
 
  1   Y los filisteos reunieron todas sus tropas en Afec; e Israel acampó junto a la fuente que está en Jezreel.
  2   Y cuando los príncipes de los filisteos pasaban revista a sus compañías de a ciento y de a mil hombres, David y sus hombres iban en la retaguardia con Aquís.
  3   Y dijeron los príncipes de los filisteos: ¿Qué hacen aquí estos hebreos? Y Aquís respondió a los príncipes de los filisteos: ¿No es éste David, el siervo de Saúl rey de Israel, que ha estado conmigo algunos días o algunos años, y no he hallado falta en él desde el día que se pasó a mí hasta hoy?
  4   Entonces los príncipes de los filisteos se enojaron contra él, y le dijeron: Envía a este hombre, que se vuelva al lugar que le señalaste, y no venga con nosotros a la batalla, no sea que en la batalla se nos vuelva enemigo; porque ¿con qué cosa volvería mejor a la gracia de su señor que con las cabezas de estos hombres?
  5   ¿No es éste David de quien cantaban con danzas, diciendo: Saúl hirió sus miles, y David sus diez miles?
  6   Y Aquís llamó a David, y le dijo: Vive Jehová, que tú has sido recto, y que me ha parecido bien tu salida y entrada en el campamento conmigo, y que ninguna cosa mala he hallado en ti desde el día que viniste a mí hasta hoy; pero en los ojos de los príncipes no agradas.
  7   Vuélvete, pues, y vete en paz; y no hagas lo malo en los ojos de los príncipes de los filisteos.
  8   Y David respondió a Aquís: ¿Qué he hecho? ¿Qué has hallado en tu siervo desde el día que estoy contigo hasta hoy, para que yo no vaya y pelee contra los enemigos de mi señor el rey?
  9   Y Aquís respondió a David, y dijo: Yo sé que tú eres bueno ante mis ojos, como un ángel de Dios; mas los príncipes de los filisteos han dicho: No venga con nosotros a la batalla.
  10   Levántate, pues, muy de mañana, tú y los siervos de tu señor que han venido contigo; y temprano en la mañana, cuando os levantéis, al amanecer, partid.
  11   Y David se levantó muy de mañana, él y los suyos, para irse, y regresar a la tierra de los filisteos; y los filisteos subieron a Jezreel.

 
1 Samuel 30
 
  1   Y cuando David y sus hombres vinieron a Siclag el tercer día, los de Amalec habían invadido el sur, y a Siclag, y habían desolado a Siclag, y la habían puesto a fuego.
  2   Y se habían llevado cautivas a las mujeres que estaban en ella. Pero no mataron a nadie, ni pequeño ni grande, sino se los habían llevado, y siguieron su camino.
  3   Vino, pues, David con sus hombres a la ciudad, y he aquí que estaba quemada a fuego, y sus esposas, y sus hijos e hijas, habían sido llevados cautivos.
  4   Entonces David y la gente que con él estaba, alzaron su voz y lloraron, hasta que les faltaron las fuerzas para llorar.
  5   Las dos esposas de David, Ahinoam jezreelita y Abigail la que fue esposa de Nabal del Carmelo, también eran cautivas.
  6   Y David fue muy angustiado, porque el pueblo hablaba de apedrearlo; porque todo el pueblo estaba con ánimo amargo, cada uno por sus hijos y por sus hijas. Pero David se fortaleció en Jehová su Dios.
  7   Y dijo David al sacerdote Abiatar hijo de Ahimelec: Yo te ruego que me acerques el efod. Y Abiatar acercó el efod a David.
  8   Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Seguiré esta tropa? ¿La podré alcanzar? Y Él le dijo: Síguela que de cierto la alcanzarás, y sin duda recobrarás todo.
  9   Partió, pues, David, él y los seiscientos hombres que con él estaban, y vinieron hasta el torrente de Besor, donde se quedaron algunos.
  10   Y David siguió el alcance con cuatrocientos hombres; porque se quedaron atrás doscientos, que cansados no pudieron pasar el torrente de Besor.
  11   Y hallaron en el campo un hombre egipcio, el cual trajeron a David, y le dieron pan, y comió, y le dieron a beber agua;
  12   Le dieron también un pedazo de masa de higos secos, y dos tortas de pasas. Y luego que comió, volvió en él su espíritu; porque no había comido pan ni bebido agua en tres días y tres noches.
  13   Y le dijo David: ¿De quién eres tú? ¿Y de dónde eres? Y respondió el joven egipcio: Yo soy siervo de un amalecita, y me abandonó mi amo hoy hace tres días, porque estaba enfermo;
  14   pues hicimos una incursión a la parte del sur de los cereteos, y a Judá, y al sur de Caleb; y pusimos fuego a Siclag.
  15   Y David le dijo: ¿Me llevarás tú a esa tropa? Y él dijo: Hazme juramento por Dios que no me matarás, ni me entregarás en las manos de mi amo, y yo te llevaré a esa gente.
  16   Lo llevó, pues, y he aquí que estaban desparramados sobre la faz de toda aquella tierra, comiendo y bebiendo y danzando, por todo aquel gran botín que habían tomado de la tierra de los filisteos y de la tierra de Judá.
  17   Y los hirió David desde aquella mañana hasta la tarde del día siguiente; y no escapó de ellos ninguno, sino cuatrocientos jóvenes, que habían subido en camellos y huyeron.
  18   Y David recobró todo lo que los amalecitas habían tomado, y también rescató David a sus dos esposas.
  19   Y no les faltó cosa chica ni grande, así de hijos como de hijas, del robo, y de todas las cosas que les habían tomado. Todo lo recobró David.
  20   Tomó también David todas las ovejas y ganados mayores; y trayéndolo todo delante, decían: Éste es el botín de David.
  21   Y vino David a los doscientos hombres que habían quedado cansados y no habían podido seguir a David, a los cuales habían hecho quedar en el torrente de Besor; y ellos salieron a recibir a David, y al pueblo que con él estaba. Y como David llegó a la gente, les saludó con paz.
  22   Entonces todos los hombres perversos, de Belial, de entre los que habían ido con David, respondieron y dijeron: Porque no fueron con nosotros, no les daremos del despojo que hemos quitado, sino a cada uno su esposa y sus hijos; para que se los lleven y se vayan.
  23   Y David dijo: No hagáis eso, hermanos míos, de lo que nos ha dado Jehová; el cual nos ha guardado, y ha entregado en nuestras manos la caterva que vino sobre nosotros.
  24   ¿Y quién os escuchará en este caso? porque igual parte ha de ser la del que desciende a la batalla, y la del que queda con el bagaje; que repartan por igual.
  25   Y desde aquel día en adelante fue esto puesto por ley y ordenanza en Israel, hasta hoy.
  26   Y como David llegó a Siclag, envió el despojo a los ancianos de Judá, sus amigos, diciendo: He aquí un presente para vosotros, del despojo de los enemigos de Jehová.
  27   También envió a los que estaban en Betel, y en Ramot al sur, y a los que estaban en Jatir;
  28   y a los que estaban en Aroer, y en Sifmot, y a los que estaban en Estemoa;
  29   y a los que estaban en Racal, y a los que estaban en las ciudades de los jerameelitas, y a los que estaban en las ciudades del cineo;
  30   y a los que estaban en Horma, y a los que estaban en Corasán, y a los que estaban en Atac;
  31   y a los que estaban en Hebrón, y en todos los lugares donde David había estado con los suyos.

 
1 Samuel 31
 
  1   Los filisteos, pues, pelearon contra Israel, y los de Israel huyeron delante de los filisteos, y cayeron muertos en el monte de Gilboa.
  2   Y siguiendo los filisteos a Saúl y a sus hijos, mataron a Jonatán, y a Abinadab, y a Malquisúa, hijos de Saúl.
  3   Y se agravó la batalla sobre Saúl, y le alcanzaron los arqueros; y tuvo gran temor de los arqueros.
  4   Entonces dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada, y traspásame con ella, no sea que vengan estos incircuncisos y me traspasen, y me escarnezcan. Mas su escudero no quería, porque tenía gran temor. Entonces Saúl tomó la espada, y se echó sobre ella.
  5   Y viendo su escudero que Saúl estaba muerto, él también se echó sobre su espada, y murió con él.
  6   Así murió Saúl en aquel día, juntamente con sus tres hijos, y su escudero, y todos sus varones.
  7   Y los de Israel que estaban al otro lado del valle, y al otro lado del Jordán, viendo que Israel había huido, y que Saúl y sus hijos estaban muertos, dejaron las ciudades y huyeron; y los filisteos vinieron y habitaron en ellas.
  8   Y aconteció el siguiente día, que viniendo los filisteos a despojar a los muertos, hallaron a Saúl y a sus tres hijos tendidos en el monte de Gilboa;
  9   Y le cortaron la cabeza, y le despojaron de sus armas; y enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos, para que lo publicaran en el templo de sus ídolos, y en el pueblo.
  10   Y pusieron sus armas en el templo de Astarot, y colgaron su cuerpo en el muro de Bet-seán.
  11   Mas oyendo los de Jabes de Galaad esto que los filisteos hicieron a Saúl,
  12   todos los hombres valientes se levantaron, y anduvieron toda aquella noche, y quitaron el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos del muro de Bet-seán; y viniendo a Jabes, los quemaron allí.
  13   Y tomando sus huesos, los sepultaron debajo de un árbol en Jabes, y ayunaron siete días.

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