HABLAMOS CON DIOS...
 
"Alzaré mis ojos a los montes, de donde vendrá mi socorro.
Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra"
Salmo 121:1,2
 
 
HABLAMOS CON DIOS...
... en Oración
 
 
Querido Lector:
 
En Gálatas 4:6 leemos, "Y por cuanto sois hijos, Dios envió el Espíritu de su Hijo en vuestros corazones, el cual clama: Abba, Padre". De este versículo aprendemos que Dios el Espíritu Santo clama a Dios el Padre por medio de Sus hijos. ¡Dios clama a Dios por medio de Sus hijos! ¡Qué idea tan asombrosa! Eso es la oración: Dios dando a Sus hijos Su propio deseo de orar, Su propio poder para orar y Sus propias palabras que orar. Dios causa a Sus hijos a ver por qué deben orar, da a Sus hijos el poder espiritual para orar y los mueve a entender los temas espirituales que forman sus oraciones. Dios los ha creado y salvado por muchas razones, una de ellas es para orar.
 
De este versículo también aprendemos que el Espíritu Santo clama "Abba, Padre" por medio de Sus hijos. Esto también es oración: Dios moviendo a Sus hijos a invocarle como Padre, a quien desean acercarse y a quien desean revelar los secretos de sus corazones. El Dios Creador Todopoderoso quiere que los pecadores se junten alrededor de El como hijos queridos y bienvenidos. Dios mueve a sus hijos a ver sus necesidades y acudir a El pues ellos confían que El es sabio y suficientemente poderoso para ayudarles y porque confían que El es tierno y suficientemente bondadoso para tener el deseo de ayudarles. Dios también impulsa a Sus hijos a buscarle simplemente porque le aman y porque quieren corresponder a todo el amor que El les ha brindado.
 
Oración es lo que Dios quiere de parte de Sus hijos. Las oraciones lo complacen y lo hacen felíz. El ha adoptado gente como Sus hijos con el propósito de que ellos le oren. Si usted ama a Dios como uno de Sus hijos, ¿No debe darle lo que El más quiere? Si usted es Su hijo, usted debe orar. Usted debe deleitarse en orar. Es con ese fin, que los pensamientos en este folleto han sido presentados para animarle a usted a orar con entendimiento, con audacia, y con júbilo.
 
 
Hablamos con Dios en Oración
 
Página
 
1. La Oración es la Mitad de una Conversación con Dios
2. Algunas Ideas Equivocadas acerca de la Oración
3. La Actitud Correcta del Corazón en la Oración:
        Amor
        Humildad
        Fe
        Una Nota Importante acerca del Origen de la Oración
4. El Valor Personal de la Oración
5. La Oración es una Herramienta en la Mano de Dios
6. La Forma de la Oración
 
¿Cómo Oramos? El lugar de la Palabra de Dios, La Biblia.
¿Cuándo y adónde debemos Orar?
 
7. Oración de Peticiones
Poniendo aparte algunas Ideas Equivocadas
Oración con Acciones de gracias
 
8. En Conclusión
9. El Espíritu Santo y la Oración:
 
Entendiendo Romanos 8:26-28
 
10. Oración en tiempo de Enfermedad:
Entendiendo Santiago 5:13-16
 

 1. La Oración es la Mitad de una Conversación con Dios.
Dios habla a Su pueblo por medio de la Biblia. El pueblo de Dios habla con El por medio de la oración. Por lo tanto, la oración es la mitad de una conversación celestial entre Dios y Su pueblo. Este hecho es la base para entender la oración.
 
Aunque la oración es hablar con Dios, es diferente a una conversación normal entre dos personas. Nuestras oraciones no tan sólo son una conversación casual y cortés. Tampoco estamos no más pasando el tiempo del día con pláticas ociosas hasta que encontramos algo mejor qué hacer. Por un lado, la conversación no es entre dos seres iguales. La oración es lo que una criatura le dice a su Creador. Y por otro, la conversación es entre un pecador y un Dios santo. Aún las personas salvas tienen cuerpos que codician el pecado contra el cual luchan toda su vida, incluyendo los tiempos en que van a Dios en oración. Aún así, estas realidades no desaniman al pueblo de Dios. En vez de eso, los creyentes son motivados a hablar con Dios por muchas razones. Ellos creen que El está escuchando(Salmo 66:19). Ellos creen que El los entiende(Hebreos 2:11-14; 4:15, 16). Ellos creen que El en realidad pueden hacer algo acerca de sus preocupaciones si El así lo quiere(Salmo 115:3, 135:6, Mateo 8:2). Ellos creen que a El le interesan todos los detalles de sus vidas(Mateo 10:30,31) y que siempre está dispuesto a hacer lo mejor para Sus hijos(Lucas 12:29.32, Efesios 1:5).
 
2. Algunas ideas equivocadas acerca de la Oración.
Desafortunadamente, mucha gente tiene nociones equivocadas acerca de la oración. Cuando la gente ignora o malentiende lo que la Biblia dice acerca de la oración, cuando la gente basa su pensar en la superstición, el misticismo, o en otra filosofía humana, entonces dejan de orar completamente o no oran como Dios desea que oren. Por lo tanto, es importante que consideremos y pongamos aparte algunas ideas equivocadas acerca de la oración.
 
La oración en sí misma no tiene poder sobrenatural. Todo poder está en Dios. El es el Soberano Supremo. El tiene la sabiduría y poder para hacer siempre lo que a El le place, sin importar lo que cualquier persona diga en oración. Por lo tanto, no debemos pensar que las oraciones tienen la capacidad en sí mismas para cambiar circunstancias. La oración en sí no cambia nada. Sólo Dios lo hace.
 
La oración no es un ritual misterioso mediante el cual la persona que ora gana entrada a un estado más santo. No debemos pensar que la oración es igual a un conjuro mágico o mantra de trance en el cual la persona que ora se eleva a sí misma a un estado consciente más alto. La oración misma no hace justa a la gente que ora. La oración misma no cambia los corazones, ni almas de la gente que ora. Sólo Dios lo hace.
 
La oración no es una actividad religiosa que impresiona a Dios en forma especial. Por un lado, cuando las personas oran, no deben de pensar que están haciéndole un favor a Dios. Dios no necesita sus oraciones. Son ellos quienes necesitan orar. Por otro lado, cuando las personas oran, no deben de estar llenos de felicitación a sí mismos, como si sus oraciones les ganasen algún crédito o mérito. Cuando las personas buscan la alabanza de hombres por causa de sus oraciones, eso es todo lo que recibirán(Mateo 6:5). Y aún más peligroso, cuando las personas buscan el favor de Dios por causa de sus oraciones, ellas están practicando un evangelio de obras.
 
Debemos también mencionar que mucha gente sostiene la opinión de que la oración tiene poco valor real. Para ellos, la oración parece ser una cosa débil, como el último refugio que se prueba cuando ninguna otra cosa funciona. Esa distorsión sale de corazones que confían en sí mismos y están centrados en las cosas del mundo en vez de estar confiados en Dios y centrados en las cosas celestiales.
 
Acuérdese, la oración es hablar con Dios Todopoderoso. No debemos esperar que las palabras de hombres tengan algún poder o valor especial. Y no lo tienen. También, debemos contar con que solamente Dios tiene toda la sabiduría y poder necesarios para suplir las necesidades de los que oran. Y sí lo tiene.
 
A raíz de que la gente es pecadora, el ego, el amor propio, el deseo mundano, y el confiar en sí mismos están ligados a sus mentes y corazones y distorsionan su opinión de la oración. Por lo tanto, debemos poner a un lado cualquier idea centrada en el hombre, o ideas mundanas acerca de la oración en nuestro esfuerzo de pensar acerca de la oración lo más exacta y claramente como sea posible.
 
3. La Actitud correcta del corazón en la Oración.
Cuando oramos, lo que pensamos en la más íntima parte de nuestros corazones, acerca de Dios, de nosotros, y de otras personas, es más importante que lo que le decimos a Dios y más importante que cómo lo decimos. Como en todo lo que hacemos en nuestras vidas, incluyendo nuestro propósito de orar, una inspección de nuestros motivos debe preceder a una inspección de nuestras acciones. Esto se debe a que la razón de por qué hacemos algo es más importante que el acto mismo. Si oramos con la actitud correcta, entonces podemos estar seguros que estamos orando como Dios desea y que El va a escucharnos (Jeremías 29:12, 13). Con esto en mente, miraremos rápidamente a las actitudes del corazón en cuanto al amor, la humildad, y la fe.
 
Amor
La oración está basada en el amor, el amor de Dios hacia su pueblo y el amor de éste en respuesta a El (Salmo 116:1,2; Efesios 2:4,5,18; I Juan 4:19). Antes de que alguien sea salvo, es enemigo de Dios. Va en rumbo al infierno y merece la ira que ciertamente ha de descender sobre todos los incrédulos al fin de la existencia. El temor y el odio dominan los corazones de las personas que son enfrentadas con la realidad de tal destino. Pero los corazones del pueblo de Dios palpitan con otra emoción. Ellos tienen un amor que les fue dado cuando fueron salvos, un amor para Aquel que no escatimó ni a Su propio Hijo para rescatarlos del infierno. Sobre todo, la oración es sostenida por el corazón que ama a Dios, por todo lo que El es y por todo lo que El ha hecho hacia y por los pecadores(Juan 3:16, Rom. 5:8, 8:32).
 
El vínculo de amor entre Dios y Su pueblo explica mucho acerca de la naturaleza de la oración. Veamos cómo esto es así por medio de estas preguntas: ¿Cómo se sentiría usted si alguien que usted pensaba que era su amigo nunca mostrara ningún interés en hablar con usted, ni le importara mucho escuchar lo que usted tenía qué decirle? ¿Qué clase de relación sería esa? ¿En realidad, estaría esa persona comportándose como su amigo? Esa clase de amistad ciertamente no sería una relación basada en amor. La conversación de parte de las dos personas es esperada entre personas que dicen tener interés el uno por el otro. Similarmente, la conversación es esperada entre Dios y alguien que dice ser Su amigo(Juan 15:13-15, Santiago 2:23). Este diálogo es de esperarse. En realidad, esto es necesario para mantener un vínculo de amistad amante que crece.
 
Si consideramos a la oración desde el punto de vista más simple como parte de una conversación entre amigos, entonces podemos estar más confortables al acercarnos a Dios. Cuando pensamos en la oración, debemos entender que no somos llamados a buscar el secreto de un ritual misterioso. Al contrario, nosotros los creyentes somos llamados a conversar con Dios como lo haríamos con alguien que ama escuchar lo que tenemos que decirle porque nos ama. Cualquier cosa que queremos decir, cuando queremos decirlo, Dios se deleita en escuchar. ¡Maravilloso!
 
Humildad.
Las personas son criaturas, criaturas totalmente dependientes, quienes existen y continúan viviendo solo porque Dios los hizo y los sostiene. Es asombroso que el polvo de la tierra pueda tener una conversación con Dios quien es el Dios Todopoderoso (Génesis 2:7, Job 10:9, 21:15). Por lo tanto, una persona que ora tiene que orar humildemente ante tal Creador Todopoderoso(Apoc. 4:11, 5:12), siempre reconociendo quien él es y quien Dios es.
 
Las personas no solamente son criaturas, sino también criaturas inicuas, rebeldes. El hecho de que Dios quiere que los pecadores le hablen a El es gracia. Sus oraciones deberían de volver sobre sus cabezas como las hojas muertas que se agitan en el viento. Jubilosamente, no es eso lo que ocurre. La maravilla de Dios es que El oye el llanto del pecador penitente(Lucas 18:13, 14). Por lo tanto, un hombre que ora tiene que ser humildemente sincero acerca de sí mismo(I Juan 1:8,9).
 
Las personas deben orar a Dios con una humildad apropiada basada en la realización de que ellas son criaturas. Ellas son dependientes de la sabiduría y del poder de Dios con quien hablan. Las personas deben orar con una contrición apropiada basada en la realización de que ellas son criaturas pecadoras. Antes de ser salvas, merecen la condenación. Después que son salvas, ellas continúan luchando contra los deseos pecaminosos de sus cuerpos. Están limitadas en cuerpo y mente. Son física y espiritualmente frágiles. Son dependientes de la misericordia y la gracia de Dios a quien oran(Isaías 57:15). Por lo tanto, la humildad es una compañera necesaria de la oración.
 
Los creyentes saben que Dios es su Padre celestial, y ellos Sus hijos queridos. Por lo tanto, se acercan a El esperando una respuesta amante, compasiva, y útil. Mas nunca deben olvidar de dónde vinieron y quiénes son ellos mismos fuera de Su Salvador Jesucristo. Los creyentes nunca deben olvidar que, antes que fuesen salvos, la Biblia los describe como mendigos que se sentaban al lado del camino, en el polvo, con una taza vacía(Lucas 16:20; 18:35-42). La situación espiritual de los pecadores no salvos no es diferente a la del mendigo el cual tiene que clamar por ayuda y que no tiene ningún derecho de ser escuchado o de recibir algo de Aquél a quien él clama. Los creyentes nunca deben de presumir que antes de ser salvos sus oraciones obligaban a Dios a escucharles y bendecirles. Los creyentes deben de tener en mente el principio de que si Dios así lo quiere, El puede contestar una oración del pecador, pero sólo si El quiere. La única obligación que Dios tiene es una en la cual El se obliga a Sí mismo. Si El condesciende a contestarle a alguien que lo llama, es porque El ha decidido hacerlo de acuerdo a su propio parecer. Los creyentes deben acordarse que ellos una vez fueron pecadores no salvos, quienes como mendigos con manos vacías, clamaban a Dios por cualquier favor que a El le importase extender. Esta es la herencia que debe recordar a todo creyente, cuando va a Dios en oración, de su insuficiencia para satisfacer sus necesidades y su gran dependencia de la gracia de Dios que los sostiene. Esto también es una herencia que debe recordar a todo creyente que ora que en sí mismos son indignos de la atención de Dios y son escuchados solamente por consideración a su Salvador Jesucristo.
 
Sin embargo, el estar consciente sinceramente de su insuficiencia no debe desanimar a la persona de acercarse a Dios en oración. Las personas que se separan de Dios, porque se sienten indignas, están demostrando rebelión basada en su orgullo enorme. Tales personas desearían ser más dignas de lo que se han demostrado ser y están avergonzadas y afligidas porque no alcanzan la norma que se han impuesto a sí mismas. En vez de acercarse a Dios con corazones quebrantados y humildes, se lamentan porque no han obtenido en su propio poder el nivel de santidad al cual aspiran. Por otra parte, una persona verdaderamente humilde se someterá al llamamiento de Dios de venir en el nombre de Jesucristo. El reconocerá que no es digno en sí mismo, pero que Jesús lo es, y que Jesús ha abierto el camino al Padre celestial por medio de Su propio sacrificio (Hebreos 4:15,16). Un creyente se goza en las verdades de que Dios desea escuchar sus oraciones y que El se deleita en conceder las riquezas del Evangelio sobre todos los que se acercan a El con un corazón quebrantado (Juan 6:37).
 
Debemos mencionar que aunque la Biblia describe a la oración como un sacrificio (Salmo 141:1,2; Hebreos 13:15), eso no quiere decir que las personas pueden felicitarse a sí mismas después de orar, como si hubiesen llevado a cabo un gran hecho. Ni tampoco deben de compadecerse a sí mismos, como si practicasen gran abnegación, gastando tiempo y energía que podrían haber usado en sus propias ocupaciones. No hay lugar para el orgullo o la lástima de sí mismo en la oración(Santiago 4:6, I Pedro 5:6,7). Es más, éstas son actitudes pecaminosas que rompen la conversación entre un hombre y Dios(Salmo 66:18). La comprensión correcta de la idea de sacrificio es que la oración es parte del servicio razonable esperado que todo creyente da a Dios(Romanos 12:1,2).
 
FE
Lucas 18:1-8 es un pasaje interesante y útil cuando pensamos en la oración. No analizaremos esta parábola, sino la conclusión, expresada en forma de pregunta, que nos ayuda a entender el mandato de Dios de orar. Jesús empezó a enseñar acerca de la oración con una parábola y terminó con una pregunta acerca de la fe. La conclusión es que la fe es la base de la oración. La razón es porque no hay sentido en orar a alguien por ayuda si no esperamos que nos ayudará. Es más, ¿por qué debemos orar a Dios si pensamos que no le importamos o si no creemos que El puede hacer algo aunque quisiera? Debemos ser como la mujer en la parábola de Jesús. Es decir, debemos confiar que Dios es nuestro defensor. Debemos confiar que El está dispuesto y apto para ayudarnos en tiempo de necesidad.
 
El principio de que la fe es la base de la oración está ilustrado en la carta a los Tesalonicenses. Los creyentes en la iglesia de Tesalónica eran personas que habían recibido la palabra "en medio de gran tribulación"(I Tesalonicenses 1:6). También leemos en I Tesalonicenses 5:17 que los ellos habían sido mandados a "orar sin cesar". La idea de este versículo es que se esperaba que los Tesalonicenses persistieran en buscar a Dios mientras soportaban tribulación. Sin embargo, ellos oraban en medio de la aflicción no porque era una buena táctica psicológica que les ayudaba a tener suficiente fuerza para soportar los dolores impuestos por hombres inicuos, sino porque creían que Dios deseaba y realmente era apto para ayudarles en su angustia, no importando cómo pareciese la situación por un tiempo. Ellos creyeron en la verdad acerca de lo que Dios hizo por ellos en el pasado. Por lo tanto, ellos se refugiaron en Dios y derramaron sus preocupaciones delante de El, quien trabajó en ellos y controló los eventos en el mundo para hacer Su buena voluntad.
 
En este punto debemos agregar unas palabras acerca de la paciencia, que es compañera a la actitud de confianza. Dios contesta a Su pueblo en su gran manera. Dios también contesta a Su pueblo en su tiempo, sabiamente. Una persona que ora podría preguntar: "¿Cuándo se salvará la persona por la cual he orado por tanto tiempo? ¿Cuánto tiempo tendré que batallar con este problema?" Dios no revela Su horario mientras contesta las oraciones de las personas perfectamente. De modo que ellas tienen que orar y esperar, creyendo que Dios les ha escuchado pues ha prometido llevar todo a cabo para bien. Esperar no quiere decir que están perdiendo el tiempo. Ellas deben continuar en oración y sirviendo a Dios conforme El revela Su plan en la Biblia(Juan 15:7,8). Sin embargo, no continúan orando o sirviendo a Dios como si quisieran llamarle la atención o impresionarlo para que El sea conmovido a responderles. En vez de eso, ellos oran porque hablan con Dios a quien aman y en quien confían, esperando que todas las cosas obren para bien (Romanos 8:28).  La oración comienza con un corazón que cree en la Biblia, que expresa que Jesús ha despejado el camino al Padre y que en el nombre de Jesús, los pecadores pueden acercarse confiadamente al trono de la gracia(Rom. 5:10, Juan 14:13,14; 15:16). La oración continúa con un corazón que está confiado en la Biblia, la cual dice que pecadores salvos son bienvenidos por Dios a Su presencia y que El hace todas las cosas para beneficio de ellos, en Su tiempo y a Su manera(Heb. 4:16; 11:6).
 
Una nota importante acerca del origen de la Oración.
Nuestro enfoque sobre el amor, la humildad y la confianza, nos lleva a pensar acerca del origen de la oración. Gálatas 5:22, 23 declara que el amor, la humildad y la fe son frutos del Espíritu Santo. Son tres frutos que, entre otros, nos son dados cuando somos salvos. Son actitudes del corazón que resultan de la obra salvadora de Dios y se encuentran en aquellas personas que están en Jesús. Es decir, la oración es esperada sólo de alguien que es salvo, porque la oración acompaña a la salvación.
 
Debemos mantener en mente que la oración no es nuestra idea, ni es nuestro propio deseo natural. Al contrario, la oración es una creación de Dios(Isaías 57:19). Es decir, Dios debe crear en nuestro corazón el deseo, la voluntad y las palabras para orar. Sin la acción de Dios, no tendríamos ninguna inclinación a orar, ni ninguna sabiduría para hacerlo como debemos.
 
Es verdad que el llamamiento a orar, encontrado muchas veces en la Biblia, es un mandato de Dios. Pero el mandato de orar puede ser escuchado y obedecido sólo por aquellos que tienen oídos para oír y corazón para obedecer la Palabra de Dios. Una vida de oración revela la obra que Dios ha hecho en el corazón de una persona así como todos los otros actos de obediencia que los creyentes verdaderos llevan a cabo(Heb. 10:22).
 
Habiendo dicho eso, regresamos un paso atrás y decimos que la oración es también parte del proceso en el cual Dios aplica la bendición de la expiación de Jesús a las vidas de Su pueblo. Las personas no oran solamente porque son salvas, sino también porque Dios inclinó sus corazones a orar por salvación en primer lugar. Los pecadores no salvos están muertos espiritualmente y no tienen la capacidad, ni el deseo, de clamar a Dios por misericordia. No obstante, algunos sí lo hacen. La razón es que Dios atrae a Sí mismo al pecador necio y rebelde, y lo inclina a clamar por misericordia. No podemos analizar el proceso de la salvación y examinar todas sus partes. Nada que podamos observar, incluyendo la oración, nos dirá el instante cuándo una persona ha sido salva(Juan 3:8). Cuándo y cómo Dios da a una persona nueva vida es una obra espiritual que sólo El entiende. Sin embargo, podemos decir que el deseo de hablar con Dios viene de la gracia soberana de Dios y es parte de los medios por los cuales El lleva las personas a Su reino.
 
El hecho de que la oración es un don de Dios, nos ayuda de manera importante. Si batallamos con la negligencia en la oración, si batallamos con la falta de deseo de orar, la respuesta es "orar". Lo que queremos decir con este consejo extraño es que, dado que sólo Dios nos puede dar el don de la oración y que sólo Dios puede inclinar nuestros corazones a desear hablar con El, debemos pedirle a El que nos dé esa capacidad y ese deseo. Si ni siquiera sabemos cómo empezar a orar, entonces debemos clamar a Dios por gracia para orar, porque el origen de la oración está en Su mano.
 
Ahora consideremos las oraciones de los no creyentes. ¿Escucha y responde Dios al clamor de ayuda de la gente no salva, no importando cuán equivocadamente dirigidas y motivadas sean sus oraciones? Desde un punto de vista, la respuesta es "sí". Si El no escuchase y contestase a ningún inconverso su clamor, entonces nadie podría ser salvo, porque todo cristiano fue inconverso antes de ser salvo. Después de que Dios crea en los corazones de la gente no salva el deseo de clamar a El por misericordia y después de que ellos comienzan a confiar en Jesús como su Salvador y Señor, entonces ellos comienzan a orar a El de acuerdo a Su voluntad. Desde otro punto de vista, la respuesta a esa pregunta es, "no". Dios no está obligado a oír y a responder las oraciones de los inconversos inicuos, necios y egoístas, y la mayoría de las veces no lo hace. De acuerdo al Salmo 66:18, Proverbios 28:9, Isaías 1:15, Jeremías 14:12, y Santiago 4:3, por nombrar unos versículos, Dios no escuchará, ni contestará las oraciones de la gente que confía en sus propias habilidades y logros y de quienes desean vivir en desafío a la voluntad de Dios. Eso incluye a personas que son parte de una iglesia y que oran de acuerdo a todas las formas apropiadas, pero que realmente no se allegan a Dios con un corazón contrito y quebrantado.
 
Y aún así hay gracia. Tiene que haber gracia si alguno ha de ser escuchado. ¡Qué maravilla que, en medio de la rebelión odiosa de la gente hacia Dios, El rescata a algunos y cambia sus mentes y sus corazones para que inicien vidas de conversación humilde con El!(Hechos 9:3-9).
 
4. El Valor Personal de la Oración
Colosenses 3:1, 2 manda al pueblo de Dios a poner su afecto, o pensamiento, en "las cosas de arriba", donde Cristo está, y "no en las de la tierra". Con ese fin, uno de los valores supremos de la oración es que hace enfocar la mente y corazón de la persona en Dios. En oración sincera, un creyente está pensando en la Persona a quien está hablando. Cuando las imágenes de las atracciones y amenazas del mundo se desvanezcan de su mente a medida que habla con Dios, habrá encontrado la bendición de la oración. Cuando el hablar con Dios le recuerde de la vanidad de su confianza propia y le recuerde de su dependencia en Dios para todas las cosas, él habrá encontrado la bendición de la oración. Cuando el hablar seriamente con Dios elimine las sugerencias de pecado que tan fácilmente acosan su mente con el resultado de que él vive una vida más santa y fiel, él habrá encontrado la bendición de la oración. Cuando el hablar con Dios atraiga su corazón más cerca de su amante Salvador y Señor, él habrá encontrado la bendición de la oración(Isaías 26:2, Fil. 4:8,9).
 
Sin embargo, la oración no es un truco psicológico diseñado para hacer que las personas conciban pensamientos mejores y así sentirse mejor de sí mismos y del mundo. Debemos recordar que toda la sabiduría y el poder están en Dios, para que una mente fijada en Dios esté esperanzada y en expectación de las bendiciones que pueden venir de Su mano. Las personas que oran están pensando en algo verdadero en cuanto a Dios a quien ellos hablan. Ellos saben que Dios es sabio y apto para hacer toda cosas bien. Ellos saben que El se complace mucho en hacer todas las cosas por el bien de aquellos que son Sus hijos. En vez de enfocar la atención en sus problemas hasta el punto de que éstos dominan sus mentes y asfixian su esperanza, los pensamientos de un creyente incluyen las verdades de que Dios está en el trono, que escucha sus oraciones y que hace todas las cosas bien, a Su tiempo y en Su gran manera(Mat. 6:24-34). Un gran valor de la oración es la paz y el consuelo que viene a las personas que abandonan su propia sabiduría y fuerza y que oran que Dios tome control completo de sus mentes y corazones mientras luchan con sus pruebas y pecados personales.
 
La oración también tiene valor real en ayudar a los creyentes verdaderos a crecer en gracia. Muchas cosas que Dios hace entre Su pueblo, para fortalecer sus personalidades y ayudarles a someterse a Su palabra, son hechas en su manera secreta, que nadie conoce sólo El. Sin embargo, sí sabemos que, con el tiempo, a través de las acciones específicas y concretas del estudio Bíblico y la oración, el pueblo de Dios comienza a mostrar los frutos del trabajo sabio y maravilloso que Dios hace entre ellos. Dios usa las oraciones de Su pueblo para moldear sus vidas a conformar y manifestar Su voluntad. Ese cambio es otro valor de la oración.
 
5. La Oración es una Herramienta en la mano de Dios.
Dios no necesita las oraciones de Su pueblo para hacer Su voluntad. Es más, Dios ha hecho y hace muchas cosas sin el acompañamiento de las oraciones de Su pueblo. Por ejemplo, El creó el universo, sin las oraciones de nadie. También, nadie inteligentemente puede orar para todo lo que se necesita para sostenerlo en todos sus asombrosos detalles. Aún así, en la sabiduría de Dios, El ha decidido usar la conversación que El tiene con Su pueblo para llevar a cabo Su voluntad, especialmente Su voluntad de salvación. Como un padre que se deleita en trabajar con su hijo, por más débil y torpe que éste sea, Dios ha escogido crear un deseo de orar por Su voluntad en los corazones de Su pueblo y luego responder sus oraciones. En Su voluntad y gracia soberana, Dios decidió que El no llevará a cabo Su plan de salvación sin las oraciones de Su pueblo(Apoc. 8:3,4).
 
Quizá podamos entender mejor esta dimensión de la oración si la comparamos al método de evangelismo de Dios. Como en todas las cosas, el plan de salvación está totalmente en Sus manos. El no necesita la participación de Su pueblo para enviar Su evangelio al mundo. Pero como una expresión del amor que El tiene por Su pueblo, El los ha incluido en el gozo del evangelismo. Como una expresión de su amor, El trabaja con ellos en los campos mientras plantan y riegan y mientras El da el aumento. Dios es lo suficientemente sabio y poderoso para hacer Su voluntad sin las oraciones y esfuerzos de Su pueblo. Pero El es lo suficientemente amoroso para usar tanto las herramientas de Su pueblo pacientemente, como los repartimientos de Su Palabra para edificar Su reino y preparar al mundo para Su venida.
 
Sin embargo, no debemos pensar que Dios está obligado a traer avivamiento en respuesta a una campaña en la cual muchas personas oran sinceramente por una obra poderosa de Dios. Es verdad que los hijos de Dios deben orar porque Dios responde y contesta las oraciones que expresan los deseos de sus corazones, como leemos en el Salmo 37:4. Sin embargo, el entendimiento completo de ese versículo es que Dios da a Sus hijos el corazón para desear Su voluntad y luego El llena ese deseo. Es decir, Dios siempre contesta las oraciones de acuerdo a Su propia voluntad. El celo ferviente, aún por un propósito aparentemente bueno, no es sustituto del conocimiento de la voluntad de Dios. Por lo tanto, en vez de insistir que, porque tienen un deseo santo, pueden esperar que Dios obre mientras piden en sus oraciones, las personas que oran deben siempre estar interesadas en la voluntad de Dios. "Sea hecha Tu voluntad" es más que un reconocimiento sincero y exactode que Dios sabe mejor, y algunas cosas que El puede hacer sorprenderán a Su pueblo.Como siempre, la voluntad de Dios es hecha y ese es el deseo real del pueblo de Dios.
 
 
6. La forma de la Oración.
Generalmente cuando las personas preguntan acerca de la oración, sus preguntas son acerca de los detalles de la oración, por ejemplo, "¿Cómo debo orar? ¿Qué palabras uso?¿Cuánto tiempo debo orar? ¿Cuándo oro?¿Adónde oro?" Estas preguntas pueden ser buenas, pero no deben conducirnos a estar tan preocupados de la mecánica de nuestras oraciones que ahoguen la alegría de hablar con Dios, y que pueden luego paralizar nuestros esfuerzos.
 
Sin embargo, si es verdad que los hijos de Dios oran por amor a Dios...si es verdad que aquellos que oran respetan Su soberanía y majestad...si es verdad que aquellos que oran en verdad creen que Dios los está escuchando... si es verdad que aquellos que oran están preocupados por los asuntos de los cuales hablan a Dios...si es verdad que aquellos que oran sólo quieren que la voluntad de Dios se lleve a cabo...si es verdad que aquellos que oran se preocupan por las personas por quienes oran y desean grandemente que Dios les bendiga, entonces entendemos por qué tienen una preocupación por orar en una manera que le honre y le complazca. Con esto en mente, es apropiado pensar en la forma de sus oraciones, pues les ayuda a servir a Dios lo más fielmente posible. Con este fin observaremos brevemente el lugar de la Biblia en la oración y las preguntas de cuándo y adónde orar.
 
¿Cómo oramos? El lugar de la Palabra de Dios, la Biblia.
La clave para contestar preguntas acerca del contenido y forma de las oraciones que complacen a Dios es la Palabra de Dios, la Biblia. En pocas palabras, la respuesta es: "Usa las palabras de Dios en tus propias oraciones". Las palabras de Dios expresan los pensamientos e intenciones de nuestros corazones mejor que nuestras propias palabras porque Dios quien escribió la Biblia nos entiende mejor que nosotros
mismos. ¿Significa eso que nuestras oraciones son solamente citas de la Biblia? ¿Y qué de nuestras propias palabras?¿Adónde caben? Nuestras propias palabras dominarán nuestras oraciones. Esto es esperado y es como debe de ser. La razón es porque hablamos con Dios como amigos, expresando todos nuestros pensamientos y sentimientos acerca de nuestros temas inmediatos y detallados de nuestras vidas mientras nos encontramos con ellos cada día. Nuestras oraciones deben fluir espontáneamente de nuestros corazones.
 
Deben expresar cosas que quizá no hemos pensado cuidadosamente antes del tiempo con Dios en oración. Sin embargo, los creyentes verdaderos pasan tiempo en la Biblia. Su conversación con Dios no es una calle de un sólo sentido. El escuchar a Dios, quien habla con ellos en la Biblia, es también parte de su conversación con El. A medida que pasan más y más tiempo en la Biblia, las palabras de Dios, tanto el vocabulario como la sintaxis, llegan a ser parte de sus pensamientos. Ellos comienzan a pensar en lo que Dios dice, y comienzan a pensar de la manera como Dios lo dice. La Palabra de Dios le da forma a su pensar y a su hablar, incluyendo lo que le expresan a Dios en oración.
 
Más que eso, la Biblia menciona algunas cosas específicas acerca de lo que nosotros los creyentes debemos decir cuando hablamos con Dios. La Biblia nos dice que debemos de referirnos a Dios como "Padre nuestro"(Mat. 6:9). Este es un mandato de la Biblia que da forma a nuestras oraciones. También reconoce que Dios no es un "amiguito" con quien podamos darnos a la charla, sino que estamos hablando con el Creador Todopoderoso del universo. La Biblia también nos dice que oremos en el nombre de Jesús. Este mandato es dado, no para conectarle un final apropiado a nuestras oraciones como en una carta, sino para reconocer que Jesús ha sacrificado su propia vida para abrir el camino al Padre para nosotros(Juan14:13; 16:23). Esto reconoce la gran misericordia de Dios que nos permite acercarnos confiadamente al trono de la gracia. La Biblia también nos dice que oremos de acuerdo a la voluntad de Dios(I Juan 5:14). Esto no quiere decir usar solamente las palabras "hágase Tu voluntad", sino desearlo y confiar que la voluntad de Dios será hecha, no importando lo que queremos.
 
A medida que el pueblo de Dios crece en gracia, sus oraciones son más y más modeladas por la Palabra de Dios. Pero esto no quiere decir que repiten una fórmula bíblica. La Biblia nos advierte contra las oraciones de repetición vana(Mat. 6:7). Por ejemplo, algunas personas animan a aquellos que testifican a orar la "oración del pecador", como si cuando dijeran ciertas palabras su salvación está asegurada. En otro ejemplo, alguna gente usa el "Padre nuestro" como su expresión mayor de oración, como si esa oración es especialmente santa y les asegurase que son escuchadas por Dios. En otro ejemplo, algunas personas usan una frase conveniente en la mesa de la cena día tras día, sin ningún cambio, como si en el ejercicio de dar "gracias" han pagado la cuenta y son aseguradas de la bendición de Dios, aunque sea por la comida que van a comer. Estas son maneras equivocadas de usar el don y privilegio de la oración. Debemos mantener en mente que oración es hablar con Dios. Nadie habla con su amigo en una fórmula artística. Dios no ha dado la Biblia a Su pueblo para que sea usada como un libro de oraciones ritualistas o de "mantra" sin juicio. En vez de esto, El la diseñó para que les ayudase a expresar la carga de sus corazones.
 
Ahora consideremos y pongamos a un lado la noción equivocada, pero comúnmente aceptada, de la oración y su relación con las decisiones que las personas hacen. A veces las personas harán y seguirán una decisión, confiados de que han hecho la decisión correcta y que tienen la bendición de Dios en vista de que han orado acerca del asunto de antemano. Es como si su ejercicio de oración santificara su decisión y justificara cualquier acción resultante de esa decisión. Por ejemplo, a veces las personas dicen, "Bueno, ya oramos sobre este asunto, por tanto estamos confiados que esta es la decisión correcta". Sin embargo, muy frecuentemente las personas que oran acerca de una decisión ya han decidido en sus mentes lo que van a hacer y no están dispuestas a enfrentar sinceramente todo lo que la Biblia dice. Muy frecuentemente las personas ignoran, desechan, o distorsionan versículos que no tan solo contradicen sus entendimientos de lo que la Biblia dice, sino también contradicen sus acciones. El esfuerzo de orar no garantiza que las personas estén siguiendo un rumbo fiel. Solamente si las personas son fieles a todo lo que la Biblia enseña sus decisiones encajarán con la voluntad de Dios, no importa cuán fervientes sean sus oraciones. No estamos implicando que la fidelidad perfecta a cada detalle de la Biblia sea requisito previo para orar. Eso no es esperado, ni posible, en este lado de la eternidad. Sin embargo, las personas deben estar abiertas mentalmente a cualquier cosa que la Biblia enseñe y estar dispuestas a cambiar sus mentes y acciones a medida que Dios trae versículos de todas partes de la Biblia a su atención. Las oraciones deben salir del corazón que está sumiso humildemente a toda la Biblia, no tan sólo una sumisión formal y externa, sino una sumisión verdadera que dice "no mi voluntad, sino la Suya sea hecha".
 
Debemos añadir una nota acerca de la obediencia a la Biblia y su relación con la oración. Exodo 3 y 4 describen una conversación extensa entre Moisés y Dios acerca de la comisión de Moisés para volver a Egipto y conducir a los Israelitas de su cautividad bajo Faraón hacia desierto. Después de un largo diálogo, Dios dice: "Ahora pues ve"(Exodo 4:12), con la intención de que Moisés comenzara su viaje. Sin embargo, Moisés continuó inmóvil y siguió hablando con Dios. Dios se enojó con Moisés por su procrastinación, su tardanza sin fe para obedecer el mandato de Dios. De las muchas cosas que estos capítulos nos enseñan, esta verdad se aplica deliberadamente a la oración. Las oraciones de Moisés no eran sustituto a su obediencia.
 
Dios se deleita en oír a Su pueblo mientras ellos hablan con El. Pero si ellos prefieren llenarse de sus propias palabras, especialmente cuando Dios les ha enseñado qué hacer en Su palabra, entonces en ese punto ellos demuestran que están enamorados de sus oraciones más que de Dios. La oración es la preparación apropiada para iniciar cualquier comisión que Dios pone delante de Su pueblo. Pero la oración no sustituye el hacer la asignación. La oración puede continuar siendo parte de la vida de los creyentes, aún cuando ellos se arremangan y van a trabajar de acuerdo con la voluntad de Dios. Podríamos llamarla "oración móvil".
 
Solamente cuando el pueblo de Dios hace lo que El le ha mandado, muestra que en verdad confía en El. Sólo por su obediencia las personas demuestran que creen que Dios diseñó y entiende el trabajo asignado mejor que ellos. Sólo por sus acciones demuestran su confianza de que Dios va a ir con ellos y les ayudará a llevar a cabo ese trabajo.
 
Debemos también mencionar que el pueblo de Dios puede orar por absolutamente cualquier cosa. Nada es tan profano o tan pequeño o sin importancia para ser parte de su conversación con Dios. Pero como siempre, las oraciones del pueblo de Dios revelan el tiempo que han pasado en la Biblia. Por lo tanto, las prioridades espirituales de la Biblia, no sólo para sus propias almas, sino también para las almas de otros, están reflejadas en sus oraciones.
 
¿Cuándo y adónde debemos Orar?
El consejo principal en la oración es, "¡Hazlo!" No tan sólo hables de ello, "¡Hazlo!" No tan sólo leas libros de esto: "¡Hazlo!" No te preocupes por la duración o las palabras. No te preocupes adónde estás o quién está contigo. El mejor consejo es, "¡Sólo hazlo! ¡Y hazlo con frecuencia!" ¿Qué tan fácilmente sucumbes a la tentación de la pereza? ¿Qué tan rápidamente te preocupas por los muchos detalles de tu vida terrenal? ¿Qué tan pronto respondes a sus demandas urgentes? Si eres amigo de Dios, no debes dejar que nada atrase o tome el lugar de tu conversación permanente con El.
 
Los negocios que expresamos en oración son importantes a ambos, a nosotros y a Dios. Pero esto no significa que nuestras oraciones necesariamente tienen que ser largas. Puede que así sea ocasionalmente, pero es más importante orar con frecuencia. Oraciones cortas pidiendo ayuda cuando estamos en medio de una lucha con el pecado o en medio de aflicción, oraciones cortas de confesión cuando lamentamos las obras de la carne, oraciónes cortas de preocupación cuando las necesidades de otros vienen a la mente, oraciones cortas de agradecimiento cuando las maravillas de la creación de Dios nos impresionan. Oraciones cortas de alabanza cuando nos damos cuenta del afable orden del tiempo y eventos para bendecir a Su pueblo, son todas parte de nuestra conversación permanente con Dios. Si esperamos pasar una eternidad en la presencia de Dios ensalzando sus virtudes y dándole gracias, será mejor que deseemos hablar con El libre y frecuentemente ahora(Salmo 55:17).
 
La oración debe ser nuestra compañera constante, porque debemos estar inclinados a orar a cualquier hora y en cualquier lugar. Debemos orar por sabiduría y por fidelidad mientras enfrentamos cualquier problema o reto en la vida. Debemos orar por valentía y fortaleza mientras estamos en medio de un problema o desafío. Debemos orar por perdón y agradecimiento mientras completamos el problema o desafío.
 
Hay un lugar para la oración en público, especialmente en un servicio de adoración congregacional(Salmo 22:22-25; 34:3). El Padre espera que Su pueblo ore como parte de su apoyo mutuo y como parte de su testimonio al mundo. Pero también debemos estar conscientes de que hay peligros asociados con la oración pública. En primer lugar, oraciones ofrecidas en voz alta en grupo pueden fácilmente llevar al chisme. Hay cosas con las cuales una persona puede estar luchando y que son mejor guardadas en privado. Una sesión de oración pública no es lugar para divulgar esas cosas y que todo mundo escuche. En segundo lugar, en una sesión de oración pública, cuando hay varones y damas presentes, las mujeres no deben orar en voz alta. Algunas veces, en una sesión privada aparte de la adoración en grupo, será apropiado que las damas oren en voz alta. Sin embargo, es mejor evitar la apariencia de las mujeres asumiendo el papel de liderazgo en las cosas espirituales. Este consejo va de acuerdo con la actitud de humildad que debe ser la base de la oración.
 
En tercer lugar, la gente que ora en público debe tener cuidado de no lucirse con una falsa santidad. Las otras personas que oran en la sesión de oración, no tan sólo son compañeros en la oración, sino también son audiencia de lo que el líder está orando, y es muy fácil para alguien que ora el desear la aprobación de los que lo oyen. Todos los que oran en público deben prestar atención de que el enfoque y el honor estén puestos en Dios solamente. Aún en la oración, que los que oran menguen y que Dios crezca.
 
También hay un lugar para la oración privada. Es decir, la oración privada debe ser el ejercicio principal del Cristiano (Mat. 6:6). Sin embargo, la oración privada tiene sus propios peligros de los cuales debemos tener cuidado. En primer lugar, las oraciones privadas no son obras de martirio y de negación propia. Las personas no deben tener un sentir de felicitación a sí mismos por ser diligentes en la oración. En segundo lugar, las personas nunca deben hacerle propaganda a sus esfuerzos de oración. El pueblo de Dios debe ser cuidadoso en vigilar lo que le dicen a otros para no hacer mención de sus oraciones de tal manera que impresione a otros. Después de todo, ¿No debería la persona estar más preocupada por lo que ora, en vez de lo que otros piensan de su oración? Aún en la oración, que Dios reciba toda la gloria.
 
7. Oraciones de Peticiones
Las oraciones incluyen la adoración y la alabanza a Dios. Las oraciones incluyen confesión de pecado personal. Las oraciones incluyen acción de gracias por todo lo que Dios ha hecho, está haciendo, y va a hacer para beneficio de Su pueblo, y las oraciones incluyen peticiones para nosotros y para otros. Y mientras vivamos en este mundo pecaminoso y en estos cuerpos de carne, seremos desviados de la necesidad de pedirle a Dios por muchas cosas en oración(Salmo 32:5,6). La mayoría de cristianos entienden las oraciones de adoración, alabanza, y acción de gracias en una manera bíblica correcta. Sin embargo, las oraciones de petición son malentendidas con frecuencia, aún por algunos creyentes verdaderos. Asegurémonos de que entendemos lo que significa pedirle a Dios lo que necesitamos.
 
Poniendo a un lado algunas ideas equivocadas
Primeramente, Dios nunca se molesta o se cansa de nuestras peticiones. Algunas personas han dicho que después de acercarnos a Dios por medio de la oración, debemos de dejar nuestra petición con El y no volver luego con la misma petición. Ellas dicen que orar otra vez por la misma cosa demuestra falta de fe. ¿Es eso verdad? Absolutamente no. La Biblia enseña la persistencia en la oración(Lucas 11:1-3). No es que debemos asaltar el cielo y convencer a Dios con nuestras peticiones. Más bien, debemos reconocer que no tenemos adónde más ir(Juan 6:68). Así que vamos a Dios repetidamente, porque El es nuestro último y único socorro. También, vamos a Dios una y otra vez por las mismas cosas porque oramos por aquello que nos concierne y porque creemos que a Dios le concierne también.
 
En segundo lugar, el propósito de las oraciones de petición de los creyentes no es para educar a Dios acerca de la necesidad que tiene Su pueblo. El pueblo de Dios no es Su maestro, ni su informante. Dios conoce las necesidades de Su pueblo(Isaías 65:24, Mat. 6:8), aún mejor que ellos mismos. Esta realidad no desalienta al pueblo de Dios, sino los anima a orar porque ellos saben que El realmente entiende sus peticiones. Es más, Dios puede escuchar el anhelo de sus corazones a los que ellos no pueden encontrar palabras para expresar. En su sabiduría y gracia admirable, Dios responde a las peticiones de su pueblo y les provee más de lo que pueden pedir en oración(Efesios 3:20,21).
 
En tercer lugar, las oraciones de petición no son artificios que las personas pueden usar para negociar con Dios para conseguir lo que ellos quieren, para ellos mismos, o para beneficiar a alguien más. El prometer algo a Dios algo a cambio de Sus bendiciones es una necedad. Como mínimo la persona que ora debe reconocer que no tiene tanto control de las cosas para estar segura de llevar a cabo su parte del trato. Pero más que eso, cuando las personas hacen tratos con Dios, revelan falta de confianza en Dios. En vez de una petición humilde de que la voluntad de Dios sea hecha, ellas presionan por lo que piensan que es mejor. Tales personas han sustituido la confianza en Dios por la confianza en sí mismos. Tales personas han sustituido el gloriarse en Dios por un orgullo en sus propias soluciones y planes.
 
En cuarto lugar, no debemos tener la noción de que las oraciones de petición son como órdenes a alguna compañía celestial de órdenes por correo. Ni debemos pensar que cuando las personas oran a Dios, fuera como si tuviesen que llamarle la atención a un empleado cósmico que espera hasta que le es solicitado cumplir peticiones. Dios siempre toma la iniciativa, tanto en crear el deseo de orar en Su pueblo como en suplir las necesidades como El sabe mejor.
 
Quisiera considerar y poner al lado otra idea equivocada acerca de la dinámica de las oraciones de petición. Pero a efecto de estar seguros que estamos pensando correctamente, debemos tomar un poco de tiempo en una explicación cuidadosa y más extensa de la oración. La idea equivocada está basada en un entendimiento flojo de Santiago 5:16. Este versículo es interpretado frecuentemente siendo igual a la frase "la oración cambia las cosas". La impresión equivocada que muchas personas tienen acerca de las oraciones de petición desde este punto de vista es que Dios altera Sus planes basado en las oraciones fervientes de Su pueblo.
 
Sin embargo, debemos hacerle frente a la verdad de que los planes de Dios están firmes en los cielos(Salmo 119:89; Isaías 46:10). Sólo El sabe lo que es y lo que hace y no necesita ser informado por los hombres(Isaías 40:13,14). El sabe lo que es mejor para Su pueblo, siempre ha sabido lo que es mejor, y tiene la sabiduría y el poder para hacer que todas las cosas caminen de acuerdo a Sus planes perfectos. Es más, la Biblia dice que Dios provee para las necesidades de Su pueblo aún antes de que le pidan (Isa. 65:24).
 
Una razón de por qué muchas personas tienen una idea equivocada acerca de la oración de peticiones es que ellos piensan que pueden hacer una correlación entre una oración específica y lo que pasa en sus alrededores en el mundo. Ellos buscan evidencia física y específica en este mundo de que Dios ha contestado una oración particular. Por ejemplo, cuando están enfermos, cuando tienen necesidad de trabajo, o cuando lamentan porque alguien a quien aman está viviendo como un incrédulo, ellos oran por ayuda y esperan ver evidencia que Dios ha escuchado su oración. Sin embargo, así como es verdad que la salvación es una obra totalmente invisible y espiritual de Dios, también es verdad que Dios no provee refuerzos físicos para la vida de fe de los cristianos(II Cor. 4:18; 5:7). No sólo eso, sino que un creyente nunca sabe lo suficiente para ser capaz de hacer una correlación definitiva entre una petición específica y un evento específico en este mundo.
 
El universo es sumamente complicado para que un creyente entienda cómo las muchas y diferentes partes trabajan juntas como lo decreta el plan perfecto de Dios. Ciertamente Dios obra todas las cosas para la promover Su voluntad y el beneficio de Su pueblo, pero nadie puede analizar los eventos físicos en el mundo y decir cuáles eventos específicos son contestaciones directas a ciertas oraciones. Quizá en el tiempo, desde la perspectiva de los años y la madurez, una persona pueda ver la sabiduría de Dios de cómo El dispuso las cosas a obrar para lo mejor. Pero nadie es tan sabio como Dios. Nadie puede ver exactamente qué debe hacerse, o saber cómo hacerlo. Nadie puede saber exactamente cómo orar y saber exactamente cuáles eventos mundiales corresponden a sus oraciones.
 
Los creyentes saben muchas cosas que son reveladas en la Palabra de Dios, y eso puede darles el discernimiento que necesitan para dar forma a sus oraciones. Por ejemplo, ellos entienden que la proclamación del Evangelio es tema apropiado a sus oraciones. Las oraciones de los creyentes que incluyen el evangelismo son aceptables. Sin embargo, aún en ese caso, los creyentes no saben siempre cómo Dios usará un testimonio en una situación física específica. Si se imaginan que ellos saben la mejor manera de testificar, y de orar para que los eventos resulten de acuerdo a su entendimiento de la situación, quizá bien sea que Dios tenga algo mejor en mente.
 
Orando con Acción de Gracias.
Filipenses 4:6,7 nos da un poco de ayuda cuando tratamos de entender las oraciones de petición en una forma correcta (o como el versículo se refiere a ellas, oraciones de "ruego"). Las palabras en Filipenses 4:6 "Por nada estéis afanosos" no significan que el creyente debe ser informal en lo que hace, sin importarle si las cosas salen mal. Más bien, quieren decir que un creyente no debe estar lleno de afán, o ansioso. Para sostener esa actitud, el consejo de Pablo es: "...en toda...sean notorias vuestras peticiones delante de Dios". Las palabras no son "Por toda", sino "en toda". En otras palabras, el consejo es: "no importa la situación en la cual te encuentras, aún en las difíciles, habla con Dios".
 
Dicho sea de paso, los versículos 6 y 7 no implican que son las oraciones de los creyentes las que crean la paz en sus mentes y corazones. La paz es un resultado de la obra auténtica que Dios ha hecho para salvar a Su pueblo, así como la obra genuina que Dios continúa haciendo tanto en sus corazones como en su ambiente, a fin de prepararlos para vivir como cristianos en este mundo y en el venidero. La oración mantiene la realidad de Dios y sus bendiciones en sus mentes para que no se olviden y se pongan preocupados cuando sufren las aflicciones que El les da para soportar.
 
Otras palabras importantes que nos ayudan a entender el consejo de Dios en Filipenses 4:6,7 acerca de oraciones de petición son "con acción de gracias". Estas palabras no solamente quieren decir que damos gracias a Dios por la ayuda que El ha provisto en el pasado, sino como dice aquí, damos gracias a Dios al mismo tiempo que ofrecemos nuestras peticiones. Es decir, estamos agradecidos de que hayamos terminado nuestra petición. La idea es que un creyente conoce algo acerca de la Persona a quien ora y por eso puede darle gracias sin ver los eventos futuros llevarse a cabo que pudieran ser entendidos como respuesta a su oración. Es más, un creyente podría trasladarse de un área geográfica o incluso morirse antes de saber la historia de cómo Dios obra su voluntad en los problemas por los cuales rogó al Señor. Un cristiano no ora con la expectativa de que necesariamente será testigo y entenderá eventos que son respuestas a sus oraciones. Más bien, un cristiano ora con la confianza de que Dios está en control y guía todas las cosas sabiamente.
 
La acción de gracias no es necesariamente una reacción del que pide, a su reconocimiento del evento específico que él piensa que es la respuesta a su oración, sino una reacción de confianza y de amor por Aquel que es reconocido como quien siempre hace lo que es mejor. También es una respuesta de madurez. Porque mientras el creyente crece en su comprensión de la Biblia y en su obediencia a lo que encuentra allí, él aprenderá que la voluntad de Dios siempre se lleva a cabo.
 
Las oraciones de un creyente maduro serán modeladas por la voluntad de Dios, no por repetir rutinariamente una frase, tal como "de acuerdo a Tu voluntad", sino que su corazón y mente están bajo el control de Dios. Un creyente maduro sabe que la voluntad de Dios es finalmente la ocupación de Dios y entonces ora pacientemente y humildemente porque confía que Dios es sabio y apto para hacer lo que es mejor. A medida que el creyente ora que la voluntad de Dios sea hecha en su vida, él confía en que, no importa qué tan confusas y desalentadoras sean las circunstancias físicas, Dios es fiel y proveerá todo lo que es necesario para hacerla(Fil. 4:19).
 
Además, un creyente maduro sabe que es su trabajo obedecer esos principios específicos que Dios ha revelado en su Palabra. En vez de tratar de hacer una conexión rigurosa entre sus oraciones y los eventos en este mundo físico, un creyente maduro sabe que Dios le ha dado un trabajo específico qué hacer y que él debería estar ocupado con su tarea.
 
Quizá alguien dirá: "Entonces, ¿está Ud. diciendo que, por ejemplo, si oramos cuando sufrimos deberíamos tomar el abuso estoicamente y tan sólo decir "como Dios quiera", en vez de esperar que Dios envíe algún alivio?". De ninguna manera. Los creyentes son agobiados por sus propios sufrimientos y también se preocupan por los problemas de otros. Ellos deben llevar todo a Dios en oración. Pero también saben que la mejor solución está en la mente de Dios. Los creyentes desean la voluntad de Dios porque es lo mejor para ellos mismos y para otros; y mientras oran, aprenden a confiar en Aquel que ha hecho una buena obra en ellos hasta ahora y la completará de acuerdo a Su plan perfecto.
 
Quizá alguien dirá: "¿Por qué orar si Dios hace Su voluntad de todas maneras? ¿Acaso no estaríamos desanimados de orar siendo que tratamos con un Dios soberano?". En primer lugar, Dios manda a los creyentes a orar(I Tes. 5:17), y sus oraciones son evidencia de su obediencia. También Dios decide usar las oraciones de Su pueblo como un instrumento. De una manera misteriosa, Dios las usa para extender Sus propósitos, muy parecido a como El usa la predicación para traer las personas a Su reino, aunque El no lo tiene que hacer de esa manera. Los creyentes tienen el privilegio y la alegría de participar, por medio de sus oraciones, en el plan eterno y mundial de Dios. Pero lo máximo en importancia para los creyentes es la emoción de saber que pueden conversar con el Dios que significa tanto para ellos y quien es tan tierno y comprensivo. Su gozo no es que puedan ver los resultados específicos de sus oraciones o que puedan cambiar la dirección de los eventos por medio de sus oraciones. Sino, su regocijo es que pueden depositar todas las necesidades y deseos de sus corazones en las manos de Dios. Su júbilo es que pueden hablar con El, quien los ama, y quien desea escuchar todo lo que tienen que decirle aunque no sea expresado apropiadamente o aún sabiamente, y quien les puede ayudar aún cuando ellos mismos no saben lo que es mejor.
 
Qué trágico sería si nuestro gozo fuera dependiente de nuestra evaluación de las circunstancias físicas de la vida y de la selección apropiada de palabras. ¿Cómo sabríamos si nuestros análisis y nuestras oraciones fueron correctas? ¡Qué maravilloso que nuestro gozo está en Dios mismo! Sabemos que podemos regocijarnos en todas las cosas, no importando qué pasa en nuestras vidas y no importando qué tan incompleto o defectuosas sean nuestras oraciones. La razón es porque estamos bajo el cuidado de un Dios poderoso, sabio y amante.
 
8. En Conclusión.
En la oración, los cristianos agradecida y humildemente expresan su alabanza a Dios por la gracia y misericordia que El les ha demostrado en Jesucristo. En la oración, junto con el estudio bíblico personal, los cristianos encuentran la sabiduría y la fortaleza que necesitan para sostener su fiel caminar en este mundo bajo la maldición del pecado. En oración, los cristianos expresan las preocupaciones que tienen por las almas de otras personas. Sobre todas las cosas, los cristianos oran porque aman el hablar con su Padre celestial quien les ama, quien tiernamente los recibe en Su presencia como Sus hijos queridos y quien ansiosamente les anima a poner todas sus cargas en El, así como a compartir todos sus gozos con El. Los hijos de Dios le aman porque saben que El comprende y le interesa todo lo que conversan con El.
 
"Amo a Jehová, pues ha oído
mi voz y mis súplicas.
Porque ha inclinado a mí su oído,
Invocaréle por tanto en todos mis días."
Salmo 116:1,2
 
9. El Espíritu Santo y la Oración:
Entendiendo Romanos 8:26-28
El tratar de examinar y entender todo lo que la Biblia enseña acerca del papel que desempeña el Espíritu Santo en las oraciones del pueblo de Dios es una tarea demasiado grande para intentarlo ahora. Pero debemos mirar un pasaje que es frecuentemente mencionado, es decir, Romanos 8:26-28. Tratemos de entenderlo lo más exacta y claramente posible.
 
Romanos 8:26, "Y así mismo también el Espíritu ayuda nuestra flaqueza; porque qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos; sino que el mismo Espíritu pide por nosotros con gemidos indecibles"
Aunque tenemos una alma que desea agradar a Dios, gemimos porque estamos todavía estorbados por un cuerpo que no lo quiere así. Anhelamos el tiempo cuando seremos aliviados de nuestra carne pecaminosa y vestirnos de inmortalidad(II de Corintios 5:1-9, Filipenses 1:21-23). Por esa razón "el Espíritu ayuda nuestra flaqueza".
 
La idea de las palabras "porque qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos" no es que no seamos lo suficientemente inteligentes o que los problemas de nuestra vida son tan grandes que no podamos pensar en las palabras correctas para orar y que por lo tanto el Espíritu debe hablar la diferencia. Más bien, el versículo dice "...qué hemos de pedir... no lo sabemos". Es decir, nos falta la información apropiada para orar como nos conviene. Recuérdese, las oraciones deben ser de acuerdo a la voluntad de Dios(I Juan 5:14,15). No importa cuán sabios seamos, hay cosas que nunca podremos orar "como nos conviene", porque no sabemos todo lo que Dios sabe. Sólo Dios puede orar perfectamente de acuerdo a Su propia voluntad. Por lo tanto, no sólo es que no oramos en la forma correcta(aunque eso es un problema), sino que no sabemos lo que solamente Dios sabe.
 
Por ejemplo, un creyente podría orar y orar por el alivio de una gran tensión en su vida, y sin embargo esa tensión podría llevarlo a la muerte. Después de todo, nadie es salvo con una promesa de llevar una vida de comodidad en este mundo. En otro ejemplo, un creyente podría orar y orar por la salvación de alguien, y aún así esa persona quizá muera como un incrédulo. La razón es porque una persona no se salva por la cantidad o el tipo de oraciones que han sido ofrecidas a Dios a su favor. Tampoco nadie se queda perdido por el hecho que las oraciones por su salvación fueron tan pocas o no ofrecidas apropiadamente. Sólo Dios sabe cómo una situación tensa favorecerá Su plan, sólo Dios sabe quiénes son sus elegidos. Aunque los creyentes quizá no siempre sepan lo que la voluntad de Dios es, saben que "todas las cosas les ayudan a bien" para el beneficio espiritual de los escogidos(Romanos 8:28). El consuelo tremendo de Romanos 8:26 es que Dios sí sabe todas las cosas, y cuando su Espíritu ora, Su voluntad siempre se lleva a cabo. Dios sabe que Su voluntad está en toda situación. Cuando el Espíritu ora por algo, es una certeza que será hecho porque el Espíritu sabe todas las cosas(I Cor. 2:9-11), especialmente quiénes serán salvos. Por lo tanto, el versículo 26 enfatiza la soberanía de Dios, que El es sabio y hábil para llevar a cabo Sus planes amorosos para sus elegidos.
 
La palabra "como" parece implicar que el versículo 26 enseña la idea de que somos ignorantes acerca de la manera cómo orar. Sin embargo, nuestra ignorancia no es de la rutina correcta de adoración o postura física mientras oramos, sino del contenido correcto espiritual. Sabemos que debemos honrar a Dios con reverencia, dar gracias a Dios con amor, pedirle perdón humildemente y rogarle pacientemente por el beneficio de otros - incluyendo nuestros enemigos. La Biblia nos dice mucho acerca de la oración. Sin embargo, existe mucho acerca del cumplimiento del Evangelio de Dios en la historia que no sabemos y no podemos saber porque no conocemos la mente de Dios perfectamente. A raíz de esa ignorancia, no siempre podemos orar exactamente de acuerdo a la voluntad de Dios. Nuestro deseo es que la voluntad de Dios sea hecha, pero no siempre sabemos lo que es y entonces no podemos orar como debemos. Es el testimonio de Romanos 8 que el Espíritu, que sí conoce la mente de Dios, ora por nosotros que la voluntad de Dios sea hecha.
 
Romanos 8:27, "Mas el que escudriña los corazones, sabe cuál es el intento del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios, demanda por los santos".
 
El Espíritu sabe que los creyentes son estorbados por un cuerpo pecaminoso. El sabe que ellos pecan y necesitan ayuda, no sólo por su salvación(Isaías 65:24), sino también por sus vidas como cristianos(Romanos 7:24, 25; Col. 2:10; Filip. 2:13). A medida que batallan en este mundo, ellos se regocijan en que Dios es soberano, sabiendo todas las cosas y capaz de hacer todo lo necesario para ayudarles(Salmo 94:17-19; 103:10-17; 124). A veces ellos quieren hacer la voluntad de Dios, y a veces no. Ellos quieren clamar a Dios en oración y a veces no pueden porque hay cosas que ellos no saben.
 
La maravilla del Evangelio es que los problemas de los creyentes se convierten en los problemas de Dios. El cambia sus corazones para que deseen Su voluntad aunque quizá no siempre sepan exactamente lo que Su voluntad es. Dios entiende sus deficiencias en la oración. Sus oraciones imperfectas no dañan sus relaciones como hijos de Dios. Dios está listo para ayudar. En la gracia, Sus oraciones se mezclan con las oraciones de ellos(Apoc. 5:8; 8:3,4)porque su Espíritu también ora perfectamente de acuerdo a la voluntad de Dios a favor de ellos. La razón de que el Espíritu intercede perfectamente es porque Dios conoce Su propia mente(I Cor. 2:10,11). La confianza y gozo es que las oraciones que el Espíritu hace "por los santos"siempre son contestadas exactamente como El lo dice, porque El ora "de acuerdo a"lo que Dios quiere.
 
Romanos 8:28, "Y sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, es a saber, a los que conforme al propósito son llamados".
 
Es importante entender cómo este versículo cabe en la lógica que fluye de los versículos anteriores a los versículos que se aproximan. Comparando versículo 28 con versículo 26 notamos que aunque "no sabemos"(del griego "oida": comprender con nuestra mente) lo que hemos de pedir como conviene", sin embargo sí "sabemos(griego: "oida")que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien". Nuestra certeza de que "todas las cosas ayudan a bien" hoy, y nuestra esperanza de que "todas las cosas ayuda(rá)n a bien" mañana está basada en el hecho de que, aunque gemimos bajo la carga de nuestra carne(Rom. 8:23) y vivimos en un mundo quebrantado que gime bajo la maldición del pecado(Rom. 8:22), sin embargo nosotros tenemos el consuelo de que el Espíritu también gime mientras clama a Dios a cumplir Su voluntad eterna para su pueblo. Y el Espíritu conoce perfectamente esa voluntad porque, siendo Dios, El la diseñó antes de la fundación del mundo. Por lo tanto, Pablo puede escribir en el versículo 28, "y sabemos" que nuestras pruebas presentes terminarán en una victoria total en el futuro porque, de acuerdo a Romanos 8:29 y 30, el plan eterno de Dios, del cual el Espíritu gime en oración a Dios, será cumplido para Sus santos(Rom. 8:39).
 
Las pruebas presentes de los creyentes no son un impedimento para el cumplimiento total de la voluntad de Dios para sus vidas, o Su plan para las edades. La victoria de la justicia de Dios no es dependiente de la fidelidad de Su pueblo, ni de sus oraciones, todo lo cual es imperfecto. Sino, depende de Su sabiduría y habilidad, porque El está en control de todas las cosas.
 
Los creyentes quizá no sepan exactamente lo que la voluntad de Dios es, pero ellos saben que es "para bien", es decir, por su bien. Este conocimiento es el consuelo a aquellos que luchan ahora en la carne. Ellos saben que "todas las cosas ayudan a bien". Es decir, todas las cosas buenas, ahora y en el futuro, por las cuales el Espíritu ora a su favor, siempre se llevarán a cabo exactamente como El ora, pues el Espíritu conoce la mente de Dios, siendo Dios mismo.
 
Las cosas buenas son solamente para aquellos "que a Dios aman", es decir, para quienes son salvos. Sólo los creyentes son los "llamados de acuerdo a Su propósito". Las bendiciones que Dios ha planeado son solamente para aquellos en los cuales Dios ha puesto Su amor y que ahora sirven con un corazón recto. Las palabras "de acuerdo a su propósito" se refieren al propósito de la salvación u objetivo de Dios, como lo enfatizan los versículos 29 y 30.
 
10. La Oración en tiempo de enfermedad:
Entendiendo Santiago 5:13-16.
El versículo 13 cubre toda situación humana. En la aflicción, Dios llama a Su pueblo a orar. En los tiempos que hacen al pueblo de Dios alegre, ellos son llamados a "cantar salmos", que son oraciones musicales puesto que el pueblo de Dios canta "salmos... al Señor". En tiempos malos y buenos la oración siempre está de ocasión. Pero es en los tiempos malos, especialmente en los tiempos de enfermedad, que son una preocupación tan personal, que nos recuerdan de nuestra debilidad y dependencia de Dios. Por lo tanto, comenzando con el versículo 14, el libro de Santiago dirige su atención al lugar de la oración en tiempos de enfermedad.
 
En la frase, "está alguno enfermo", la palabra "enfermo" puede significar enfermo físicamente como en Marcos 6:56 ó Juan 11:1. Otras veces puede significar enfermo espiritualmente como en Romanos 4:19("enflaqueció en la fe")ó Romanos 14:1("flaco en la fe"). Como veremos, no tenemos que escoger un significado sobre el otro porque los dos significados cabrán en la lógica de los versículos, al menos por dos razones. En primer lugar, es importante tener en mente que aunque un hombre sufra de enfermedades físicas, siempre tiene una necesidad espiritual que necesita ser suplida. Quizá su enfermedad física fue causada por un problema espiritual. O pudiera ser que la necesidad espiritual existiera antes y la enfermedad física la agravó. En todo caso, el aliento espiritual siempre es necesario para ayudar al hombre a sostener su testimonio cristiano en medio de su enfermedad física. En segundo término, debemos reconocer que no importa cuál sea la situación física, la tarea de la iglesia es proveer lo que ninguna otra organización en el mundo puede o desea proveer, el bálsamo espiritual que alivia a los enfermos de pecado y a las almas desconsoladas.
 
El consejo de Santiago 5:14 es, "llame a los ancianos de la iglesia". ¿Por qué? ¿Qué pueden hacer ellos? Una mejor pregunta es, "¿Qué deberían hacer ellos?", es decir, "¿Qué es lo que Dios espera que ellos hagan?" Una cosa que ellos deben hacer es "orar por él", porque saben que todas las situaciones, incluyendo las físicas, la preocupación más importante es el establecer y fortalecer el caminar del hombre con Dios. La expectativa es que los ancianos tienen la sabiduría que sólo Dios puede dar, que como hombres salvos buscan la voluntad de Dios en todas las cosas. Aunque los ancianos no conocen cuáles serán las consecuencias de la enfermedad, ellos confían en Dios en esta situación y oran que el enfermo también aprenda a confiar humildemente en la voluntad de Dios, una fe expresada en Santiago 4:15 por las palabras "si el Señor quisiere". A propósito, con esto en mente podemos ver más adelante y entender las palabras iniciales de Santiago 5:15 como "si el Señor quisiere, la oración de fe salvará al enfermo".
 
El anciano desea una actitud de descanso y paciencia para sí mismo y para el hombre enfermo. Por lo tanto, la palabra "ellos"se refiere a los ancianos y al hombre enfermo. La meta de los ancianos es que el enfermo ore con ellos a Dios que hace todas las cosas bien. Si el hombre está enfermo físicamente y no es salvo, los ancianos deben orar que Dios use la enfermedad para llevarlo a sus sentidos espirituales y eventualmente a la salvación. Si el hombre está enfermo físicamente y es salvo, los ancianos deben de orar que Dios consuele al hombre mientras le permite recuperarse o en tanto que se lo lleva al cielo, de acuerdo a Su voluntad. Si el hombre no está enfermo físicamente sino espiritualmente, los ancianos deben orar por gracia de parte del Señor si no es salvo, o por el fortalecimiento espiritual, si es salvo. En todo caso, es la esperanza de los ancianos que sus oraciones y las oraciones del hombre a quien ellos ministran concuerden.
 
Santiago 5:14 dice que los ancianos también deben ungir al hombre con aceite. Este versículo ha sido usado para sostener la idea de que un hombre que está a punto de morir puede obtener beneficio espiritual a último minuto por medio de ser ungido físicamente. Pero el ungimiento visto aquí no tiene nada que ver con ungimiento físico. Comparando este versículo con Lucas 4:18 llegamos a la conclusión que ungir quiere decir traer el Evangelio. Manteniendo nuestro enfoque en el trabajo espiritual de los ancianos, llegamos a la idea que su primera responsabilidad es traer el mensaje del Evangelio a un hombre que está enfrentando una crisis en su vida. Los ancianos deben traer el aceite del gozo. El bálsamo espiritual de Galaad que viene solamente de la Palabra de Dios. Si el enfermo está enfrentando una crisis física, entonces los ancianos deben ayudar al hombre a examinarse para estar seguro que es salvo, siendo que su enfermedad podrá significar que solo tiene unos días para estar seguro que él está bien con el Señor. Si el hombre enfermo está enfrentando una crisis espiritual, el Evangelio es su consuelo y guía para salir del temor y depresión.
 
Las palabras "oración de fe"en Santiago 5:15 se refieren especialmente a las oraciones del hombre enfermo que está respondiendo al mensaje espiritual traído a él por los ancianos, en el tiempo cuando él es más sensitivo a los temas espirituales debido a que está enfrentando una crisis física, espiritual o ambas. El versículo 14 llama a los ancianos a orar, pero en el versículo 15 se enfoca la oración del hombre enfermo. Las palabras "salvará al enfermo"caben en nuestro razonamiento si entendemos que Dios salva las almas solamente de aquellos que claman a El, pues sólo los que lo buscan lo hallarán(Jer. 29:13, Juan 6:37, Heb. 11:6). Nadie es salvo por el clamor de un sustituto que ora en su nombre, aún si el sustituto tiene la autoridad y reputación de un líder fiel. Sino, una persona debe orar al Señor por su propia cuenta para encontrar gracia en tiempos de necesidad.
 
Mientras hemos estado permitiendo generosamente la posibilidad de que el hombre a quien los ancianos visitan puede tener una enfermedad física así como una enfermedad espiritual, debemos reconocer que sólo la enfermedad espiritual está enfocada en Santiago 5:15. Desafortunadamente, Santiago 5:15 ha sido usado para justificar la idea de que los creyentes pueden esperar una sanidad física milagrosa de Dios en respuesta a su fe. Esta idea incluso ha llegado hasta la acusación de que la falla de un hombre de no poder obtener una sanidad física es una indicación de la debilidad de su fe o de la deficiencia de sus oraciones. Sin embargo, esta noción no puede ser apoyada por la Biblia. La palabra "enfermo"en la frase "salvará al enfermo" no es la misma palabra encontrada en el versículo 14. En cambio, es una palabra usada solamente tres veces en la Biblia, aquí, en Hebreos 12:3("fatiguéis")y en Apocalipsis 2:3("y...has desfallecido"). El sentido de la palabra es cansancio o fatiga espiritual. Este pensamiento a su vez, cabe bien con la frase "y el Señor lo levantará". Podemos pensar en esta frase como refiriéndose a la salvación, comparándola con Colosenses 2:12,13; 3:1, o a la promesa de la resurrección del cuerpo al fin de los tiempos comparándola con Juan 6:39,40,44,54; 11:24 y II Corintios 4:14. El versículo 15 completa el pensamiento diciendo que un hombre que es salvo, que tiene la promesa de la resurrección, ahora en su alma y eventualmente en su cuerpo, es un hombre que tiene todos sus pecados perdonados.
 
Los versículos 14 y 15 pueden ser entendidos juntos significando que no importa lo que pueda estar perturbando a un hombre, los ancianos deben ser llamados para tratar con los asuntos espirituales de su vida. Si él presta atención al llamado del Evangelio que ellos traen, él recibirá la mejor medicina, el escape de la condenación y la vida eterna en el Señor Jesucristo. El perdón es la mejor noticia posible para alguien que está enfermo, física o espiritualmente. Ese es el remedio que todos los hombres deben buscar. Ese tipo de remedio es eternalmente duradero.
 
En este punto debemos poner al lado un posible malentendido. No estamos implicando que los ancianos no deben de ser sensitivos o compadecerse de la angustia física de personas en la iglesia. La pregunta es "¿Cuál es la cosa más importante de hacer cuando alguien está enfermo, física o espiritualmente? ¿Qué es el mandato de Dios para los ancianos?". Una cosa es segura, los ancianos no están allí para asumir la función de un médico. Ellos son llamados a ayudar a un hombre a enfrentar los asuntos espirituales urgentes de su vida en los tiempos de crisis física y espiritual. Es más, es en el tiempo de crisis física cuando los asuntos espirituales son especialmente importantes. Si los ancianos no ayudan al hombre espiritualmente, ¿quién lo hará? Quizá un amigo cristiano o un familiar lo hará, pero es el deber de un anciano de la iglesia el guiar a las personas al Señor. El punto de estos versículos es "llamen a los ancianos", porque otros llamarán a los médicos.
 
El versículo 16 continúa los pensamientos de los versículos anteriores. La palabra traducida "confesaos" es una combinación de un prefijo que significa "de (o, "desde")lo mismo" y una raíz que significa "lógica". Podemos interpretar las palabras "confesaos...a otros" como "decid a otros las mismas cosas que Dios dice de tus pecados". En otras palabras, la idea del versículo 16 no es que debemos confesar nuestras faltas a otras personas en público, ni que debemos decirle a una persona cómo hemos pecado contra ella, aún si se trata de un pecado secreto del cual la persona no está enterada. Más bien, la idea es que debemos decirle a otros las mismas cosas que Dios dice en su Palabra de nuestros pecados. Debemos estar de acuerdo con Dios de que "soy pecador" así como el publicano. Cualquier declaración específica acerca de los pecados es entre Dios y sus hijos desobedientes. Hay una vida privada de pecado que confesamos a Dios. Y hay declaraciones bíblicas del pecado que reconocemos en público. Cualquier cosa más allá de eso conduce a un enfoque público de sí mismo, incluso si se trata de los pecados de una persona, eso promueve orgullo en vez de arrepentimiento.
 
Podríamos agregar que Santiago 5:16 ha sido usado para apoyar la idea de que un hombre debe confesar sus pecados a otros hombres. Es más, alguna gente han extendido esta idea, enseñando que los hombres deben confesar sus pecados a alguien que a su vez puede llevar sus ruegos penitentes a Dios a nombre de ellos. Este es un punto de vista terriblemente distorsionado y dañoso de lo que la Biblia enseña(I Tim. 2:5).
El llamamiento a la oración en el versículo 16 es similar al versículo 14. El objetivo es la restauración espiritual de las personas, pues así es como debemos entender la palabra "sanados", como es usado en Jeremías 17:14 o en I Pedro 2:24. Las palabras "la oración del justo, obrando eficazmente, puede mucho" en la última parte del versículo 16 es un comentario de este llamado a la oración. Esta frase no implica que las oraciones de un hombre cristiano particularmente fuerte sean especialmente efectivas, aún más efectivas que las oraciones de otros cristianos. Las palabras "del justo" se refieren a alguien que es justo delante de Dios.
 
¿Quién es ese? Cualquiera que es salvo, cualquiera a quien Dios ha hecho justo mediante su Evangelio. Un hombre salvo desea en su corazón que la voluntad de Dios sea hecha. En tanto que reside en su carne en la tierra él ora imperfectamente con ese propósito. Pero en su corazón y alma un hombre salvo ora ardientemente que la voluntad de Dios sea hecha. La verdad es que la voluntad de Dios siempre se lleva a cabo. Por lo tanto, el versículo 16, está diciendo que un creyente, cualquier creyente, tiene el mismo interés espiritual en otros así como Dios lo tiene, y sus oraciones centradas espiritualmente serán contestadas efectivamente en el tiempo y manera de Dios, a medida que Dios cumple su plan espiritual para todos los hombres. Para algunos hombres el plan incluye salvación, el cual en su sentido más alto es un plan que "puede mucho".

atrás